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Recomendaciones Futboleras Para la Cuarentena

El mundo continúa mayormente paralizado y en vilo mientras espera noticias alentadoras sobre la pandemia de COVID 19. Para el futbolero puede resultar un agobio extra el hecho de no ver competición en vivo. Sin embargo, dentro de las opciones para pasar el tiempo en aislamiento, hay series con temática futbolera que bien vale la pena mirar. Vamos por unas sugerencias

 Puerta 7

puerta 7

Producción argentina. Una inmersión dentro del mundo de las barras bravas, donde la pasión un club de fútbol es dejado por el crimen e intereses económicos vinculados. La visión romántica de los enamorados por los colores se ve empañada por un mundo repleto de intrigas y violencia donde hasta los más sensatos pueden terminar salpicados. La política del ficticio club “Ferroviarios” es el eje central de la trama mucho más allá de los resultados deportivos, cuando uno de los jefes de la barra busca consolidar su poder, mientras una nueva y ruda funcionaria no quiere permitírselo. El enfoque de la relación del barrio el club de fútbol como eje social en el mismo es interesante y retrata como se vive el deporte en Argentina a través de 8 capítulos.

 

The English Game

 english game

 

Nos trasladamos a la Inglaterra de los años 1870, en los albores de la actividad. El fútbol en ese entonces se debatía si continuar como una actividad amateur o si se convertía al profesionalismo, pues era sabido que algunos jugadores de los equipos obreros del norte del país tenían futbolistas que recibían pagos por jugar. Justamente la tensión entre los obreros y los poderosos es una de las temáticas de la narración que gira en torno a un extracto de la biografía de Fergus Suter, el primer futbolista reconocido como profesional, y Arthur Fitzgerald Kinniard, quien presidió la federación inglesa en las primeras décadas del Siglo XX. Los estrictos modales, el imperio de qué dirán y la primitiva equipación de los jugadores son los principales detalles de esta delicia narrativa de 6 capítulos.

 

Dogs of Berlin

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Una producción alemana que trata de otros aspectos con matices de oscuridad en el mundo del fútbol y el deporte: apuestas, racismo y xenofobia exacerbados, intereses económicos oscuros e ilegales que son abordados mientras se intenta resolver la muerte de la súper estrella ficticia Orkam Erden, un jugador de origen turco y nacionalidad alemana, fenómeno muy acorde a los actuales tiempos del fútbol en los que las múltiples nacionalidades abren debates de representatividad cuando la actividad prácticamente se ha vuelto una multinacional más. Es muy interesante la inmersión de la narración en Berlín profundo y puede ser que el fútbol quede muy dejado de lado.

 

Becoming Champions

 becoming

 

Una maravillosa serie que nos empapa de la historia de los mundiales de fútbol, específicamente del camino que tomaron los campeones de los mismos con un impresionante despliegue de archivo, sobretodo para remontarse a periodos donde las comunicaciones no estaban tan desarrolladas. Lo conmovedor reside en el relato de las mismas figuras que protagonizaron las distintas hazañas y además, el análisis del componente social e histórico que significa el fútbol para las distintas naciones campeonas del mundo, de tal manera que rastrea los orígenes de la identidad futbolera de las grandes naciones.

 

 Sunderland ‘Till I Die

 sunderland

 

Un camino de fidelidad y de dolor. Sunderland en los últimos años pasó de ser un equipo que al menos militaba en primera división a ser relegado a segunda y tercera del fútbol inglés. Sin embargo, a pesar de los problemas administrativos y continuas decepciones, su cancha, el “Stadium of Light”, una de las más grandes y tradicionales de Inglaterra, está siempre abarrotada de gente. La serie busca explicar como el Sunderland AFC tiene un profundo vínculo con su ciudad, mayormente compuesta por gente de clase trabajadora.

 

Verano del 92

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Un film basado en hechos reales. Sorpresivamente Dinamarca fue parte de la Eurocopa de 1992 tras el retiro de Yugoslavia por la guerra desatada en su interior y que causaría su desmembramiento. La organización del equipo con algo de sobresaltos e improvisación, más la incertidumbre por la ausencia de su estrella, Michael Laudrup, hacía poco menos que impensable el creer que podrían alzarse con el trofeo que terminaron lográndolo, constituyendo una de las sorpresas más grandes del fútbol de selecciones.

 Todas estas series se pueden observar a través de la plataforma “Netflix”.

Tensión Adolescente y Retro en Gran Fórmula

Continuando con la moda de las series con enfoque retro “Everything Sucks” estuvo disponible para la plataforma Netflix desde 2018, esta vez con evocación a la década de los 90.

 Quien arrancó a ver la serie y creció siendo aun el siglo pasado, pudo haber tenido en un principio la sensación de ver una vieja serie de Nickelodeon por el enorme esfuerzo de hacer parecer que en verdad los hechos ocurren u ocurrieron en dichos tiempos: colores, textura de la imagen, obviamente la ropa y peinados de los chicos y más detalles. Claro, mientras el primer episodio transcurre se advierte que va a estar bastante lejos de la tónica edulcorada de aquella televisión noventera para adolescentes.

 “Everything Sucks” abarca temas que difícilmente se hubieran visto en televisión supuestamente dirigida para niños y adolescentes hace 20 años: desde la orientación sexual de uno de los personajes, situación que define muchos de las tensiones dramáticas de la serie que gira en torno al intento de desarrollar una producción audiovisual en una secundaria de los Estados Unidos. Otros temas que eran muy vigentes en los años 90 son abarcados como las familias disfuncionales o el uso de drogas en adolescentes y adultos.

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 Para desarrollar la historia se escogió a una pueblo llamado “Boring” en el Estado de Oregon, el cual realmente existe. Es simpático como se optó por esta población tomando en cuenta su nombre (aburrido) en inglés y la relación con el tedio adolescente en los sitios pequeños de Norteamérica. Del mismo modo se puede advertir la intención de ubicar la historia en el noroeste estadounidense, con lo relevancia que tuvo esta zona geográfica en la cultura popular de los 90.

Si hablamos de la cultura popular de los 90, estos saltan evidentemente a lo largo de la serie: algún poster de Jonathan Taylor Thomas, el cabello decolorado en alusión a Dennis Rodman, banda sonora con artistas diversos de los tiempos como: Oasis, Ini Kamoze, Ace of Base, Tori Amos o The Cardigans. La alusión tecnológica es fundamental, pues la serie gira entorno al VHS, además hacen su aparición los cassettes, discos compactos y el famoso tono de módem de conexión telefónica a Internet. Todo diseñado para tocar el sentimiento nostálgico.

Everything Sucks ilustra la angustia adolescente inherente a cualquier generación y que de acuerdo a los tiempos se expresa en ese tira y afloja social que se ha ido moldeando de acuerdo a la tecnología disponible, también un poco de angustia adulta reflejado en los personajes maduros de la serie a los cuales ninguno se les podría atribuir una madurez sanamente desarrollada, pues incluso el director del colegio tiene temas juveniles no resueltos, lo que eso sí logra que el mensaje de la serie permanezca siempre fresco, siempre joven.

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Se puede rastrear en “Everything Sucks” un mensaje bastante constructivo y positivo, uno en el que se busca respetar creencias y preferencias, en el que hay una intención de unión manifiesta cuando los chicos populares y los catalogados como “raros” unen fuerzas en un proyecto común, lo sacan adelante y de hecho terminan forjando amistad en donde antes había desprecio y tensión. Las actuaciones de los chicos son muy buenas, destacando Rio Mangini como el cauteloso McQuaid, Sydney Sweeney como la popular Emaline y Peyton Kennedy como Kate Messner, la protagonista cuya sonrisa de dicha en momentos cumbres de la serie ilumina a la misma. Podría tratarse de una de las grandes producciones de Netflix del año.

 Have a boring day!

El Fenómeno Stranger Things

Stranger Things fue tal vez uno de los más importantes fenómenos en cuanto a producción mediática, no sería tan preciso decirlo de “T.V.”, pues fue transmitida por la plataforma “Netflix” a la que se puede acceder a través de Internet. Se pueden atribuir varios factores a su éxito e intentaremos descubrirlos.

Uno de los principales elementos en esta serie es el contexto retro en el que se desenvuelve, pues la trama está toda dentro de los años 80, lo que paradójicamente va muy de la mano con las tendencias actuales en las que la fascinación por los elementos de la cultura popular del siglo XX está a la orden del día. La nostalgia de ver teléfonos de disco, cintas de audio, antiguos modelos de autos, bicicletas o vestimentas pudo haber hecho suspirar a más de uno. Aquel ambiente en el que la tecnología tenía su presencia más no el protagonismo del presente pudo también darle mayor hilo a una trama que con los dispositivos actuales pudieron haberse resuelto más rápidamente. La música ochentera (The Clash, Foreigner, Modern English, The Bangles) también contribuye a dicho ambiente nostálgico. En sí, en Stranger Things se encuentra una especie de tributo a serie como “Twilight Zone” o películas como E.T.

Stranger Things ofreció una mezcla de intriga y misterio muy especial en la que las conspiraciones y lo paranormal se mezclan para mantener la atención del espectador ya que ambas son motivo de fascinación. Hablar de secretos del gobierno norteamericano y planes de acceso restringido es la motivación de varias producciones en el país del norte, a veces bien documentadas y en otras con rienda suelta a la fantasía en la que más se desenvuelve el segundo punto, pues los fenómenos paranormales suelen ser muy exitosos en las producciones mediáticas de cualquier latitud. Ambas características se juntan para crear el villlano de la serie, el monstruo responsable de las desapariciones en aquel pueblo pequeño del estado de Indiana. Así mismo las conspiraciones y lo paranormal se juntan para crear a la enigmática Eleven, aquella niña con poderes telekinéticos que con pocos diálogos y mucha actitud conquistó los corazones de los espectadores.

La serie también trató temas que tímidamente se abordaban desde los 80 y fueron tomando mayor fuerza con los años. Uno es las familias disfuncionales, protagonistas a partir de los 90 en las series de televisión y producciones afines. En Stranger Things podríamos decir que la “familia protagonista”, la del niño Will Byers, por cuya desaparición se desarrolla la serie, tenía a una madre divorciada como cabeza de familia, aunque también se ve familias típicas como los Wheeler. También se trata el tema del “bullying”, pues lo sufren los chicos que protagonizan la serie, quienes tienen características estereotipadas de “chicos raros”, quienes normalmente son vulnerables a este tipo de prácticas de las que juntos salen relativamente bien librados hasta que quedan en defensa de Eleven, quien con sus poderes se vuelve la heroína y pone en su lugar a los bullies. Problemas varios por los que pasan los niños y adolescentes y su complicado mundo de relaciones sociales fueron también una buena salida dentro del universo de misterio y conspiración.

Destacar que en Stranger Things fueron los niños quienes protagonizaron brillantemente la serie llevándose Millie Bobby Brown la mayor cantidad de aplausos en su papel como Eleven. También fue importante contar con una actriz reconocida como Wynona Rider, en su papel de la atormentada madre del desaparecido Will Byers. La serie pareciera cerrada, pero su éxito dio paso a una segunda temporada de la que se espera con ansiedad su estreno a mediados de este año.

Esa tribuna llamada escritorio

El fútbol tiene una gran cantidad de actores: Los jugadores, los equipos, los entrenadores, los utileros, los dirigentes, los estadios, los patrocinadores, los empresarios, los árbitros… y finalmente los hinchas. Cada uno de estos representa un rol muy importante dentro de la industria, pues sin uno de ellos no podría existir el fútbol como lo conocemos. En este artículo, vamos a analizar al hincha y enfocarnos en ese denominado en los últimos tiempos como “hincha de teclado” que no va nunca mucho al estadio, pero que exige resultados mágicos a todos los demás miembros del reparto.

Intentemos desmenuzar al hincha de teclado: Hincha. Partidario entusiasta de un equipo deportivo (Según la RAE); De teclado. Que utiliza los medios tecnológicos para apoyar, criticar, putear, ridiculizar, criticar, insultar al equipo rival, desmerecer el juego de todos, mentar a la madre del árbitro, criticar, solicitar contrataciones ridículas, burlarse y creo que aún no está claro que, criticar.

Mi abuelo creo que debe ser uno de los primeros hinchas de teclado que conocí, y yo seguí esa senda durante varios años, pero con el tiempo uno va madurando e interesándose más por el fútbol, necesitando esa adrenalina que solo se vive en el estadio, especialmente en los partidos de la selección, a los cuales he asistido casi sin excepción desde hace cuatro eliminatorias.

Volviendo a mi abuelo, no era muy hincha de un equipo pero sí de la selección, y siempre tenía un “negro hijuep…”, “longo hijuep…”, “mono hijuep…” o si no distinguía quien era el que no pateó pues “patojo hijuep…”, listo para descargar en cada partido que se disputaba por Copa América o Eliminatorias, especialmente contra los “peruanos hijuep..”. Todo ese racismo, regionalismo, exclusión “Old School” que ahora ya no es pues, muy celebrado que digamos, como lo era en el Siglo XX.

Con el tiempo entendí a mi abuelo, pues uno en el fútbol puede descargar sus frustraciones y piensa que si el jugador está en el equipo de su preferencia, es porque es el mejor y no puede nunca fallar, caso contrario es un hijuep… Y no podemos olvidar a los hijuep… árbitros que no tienen permitido equivocarse en contra de nuestro equipo, porque eso es motivo de linchamiento verbal. Entendí a mi abuelo como digo, pero ya no puedo compartir sus postulados e hijuep*t*c*s: el fútbol no es tan simple.

Este hincha que pide y pide que empezó como un Tano Pasman cualquiera, cuya única audiencia era una mujer que se reía, un nieto que no entendía nada y su perro que lo miraba como si entiende lo que dice pero no, con la llegada de la tecnología evoluciona y gracias al internet ahora puede ser leído por una cantidad de gente que supera con creces a la audiencia de esa anterior generación de inconformes, y se convierte en el hincha de teclado que todos conocemos ahora.

tano pasman

El dinamismo de la sociedad, la crisis económica y la comodidad a la que aspira el ser humano se ve reflejada en estos hinchas nefastos para el fútbol. Creo que existen dos tipos de hinchas de teclados, los que no pueden asistir al estadio porque le es físicamente imposible ya que han tenido que migrar a otras latitudes en busca de mejores oportunidades y añoran al equipo de sus amores (hay también buenos hinchas a la distancia, sin embargo son especímenes escasos, como un buen arquero nacional, y por tanto no entran en este análisis), y aquellos a los que no les da la gana de ir al estadio porque tienen que trabajar, estudiar, cuidar a la cría, pasear al perro, complacer a su pareja o sacarse las pelusas del ombligo mientras ve desde su televisor el partido, o desde el internet en alguna transmisión pirata.

Lo que tienen en común estos sujetos es que no solo no van al estadio, sino que desgastan todas sus energías en criticar la gestión del equipo y del fútbol en general: No hay jugador suficientemente bueno (aún si Messi llegase a jugar en estas latitudes sería criticado por no poder chocar con nuestros defensas del Chota), el dirigente debe cada año cambiar la plantilla de jugadores por unos mejores sin importar los contratos y la inestabilidad que esto genere, el árbitro no tiene margen de error pero siempre se va a equivocar contra su equipo hasta en los otros partidos, regalando penales o anulando goles que en el largo plazo perjudican al equipo.

Dicen: “las entradas son muy caras”, “va demasiada gente al estadio” y “ser socio no sirve de nada porque igual nunca es escuchado por la dirigencia”, pero claro: queremos un estadio más grande y tecnología japonesa. No hay tusa que le calce a esta afición que sin duda puede ser catalogada como troll (Según Wikipedia: persona que publica mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, con la principal intención de molestar o provocar una respuesta emocional en los usuarios y lectores, con fines diversos (incluso por diversión), alterar la conversación normal en un tema de discusión, logrando que los mismos usuarios se enfaden y se enfrenten entre sí…)

Y claro, como hemos indicado la tecnología ha jugado un factor fundamental en el desarrollo de este espécimen: De escuchar el partido en la radio, con el tiempo , el hincha de teclado encontró la forma de ver los partidos por internet (con su mejor amigo rojadirecta.com), y ahora previo a cada clásico se instala frente a su laptop, armado con una gaseosa y su cuenta de twitter o Facebook, listos para despotricar contra lo que sea. Encuentra un regocijo único pues tiene a la mano estadísticas, fotos para hacer memes, noticias sobre la última vez que se dio un resultado similar, tanto que deja de ver el partido para dedicarse a buscar material para criticar y a la vez, ser popular entre esos otros hinchas de teclado que conforman una suerte de legión en la cual, quien tiene la mayor boca de arriero es el líder.

Un verdadero hincha del fútbol y quienes lo hemos jugado alguna vez en la vida fuera del patio de la casa, tenemos una amalgama de sentimientos respecto a estos hinchas de teclado: por un lado, nos producen rabia pues son nuestras entradas y cuotas mensuales las que ayudan aunque sea un poco al desarrollo del club, ternura porque reconocemos en ellos a aquellos que no fueron amamantados cuando pequeños y seguramente esa falta de afectividad promueve su forma de ser, y claro, risa al leer esos comentarios desatinados y en muchas ocasiones subidos de tono sin importar que el destinatario sea un periodista, el jugador de un equipo o su esposa, o alguna otra hincha de teclado que se expone al bullying de no uno, sino varios de estos personajes de las redes.

Mi recomendación para lidiar con estos personajes no es más que esa máxima que es tan o más antigua que el internet: “Don’t feed the troll”, es decir, no hay que hacerles caso. Estos sujetos se nutren con comentarios a favor o en contra, se hacen más fuertes con cada retuit o like, se sienten más felices cuando una persona responde a sus provocaciones, pues la hinchada de escritorio solo se hace barra brava al encontrar una audiencia, caso contrario, no es más que un grupo de abuelos, ahora con internet, puteando al aire con su nieto y su perro.

«El Clásico más Importante» – Fútbol y Matrimonio o noviazgo

Un varón promedio, soltero y futbolero, puede ver tranquilamente y sin despeinarse una docena de partidos de fútbol a la semana, pues el esfuerzo queda para ese par de picaditas que juega con sus amigos también. Sin embargo este valor decrece a menos de la mitad una vez que el estado civil de este macho castigador pasa a Casado o si no firmó nada a Unión de Hecho. Este hecho tan cierto como la muerte, será objeto de análisis en esta oportunidad de la manera menos imparcial posible, y cerraremos con un par de recomendaciones tácticas para poder recuperar esas horas-fútbol que nos hacen falta.

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De hecho, es algo más avanzado que esto

¿Ustedes dudan que un hombre puede ver (al menos) 12 partidos de fútbol en una semana? pues veamos: empezamos el martes con dos partidos (uno de Champions y uno de Libertadores), lo cual se repite el miércoles y jueves sumando 6, el viernes se bebe por tanto no hay televisión, por lo que el sábado de cruda vemos tres partidos igual que el domingo (sea Campeonato Nacional, argentino, brasilero, mexicano, Ligue BBVA, Premier, Calcio), y la yapa es el día lunes en el cual podemos ver algún partido repetido que no alcanzamos el fin de semana (o el de nuestro equipo si fuimos al estadio pero queremos analizarlo de mejor manera), con un promedio de dos horas de transmisión de cada uno.

Son 24 horas a la semana que podemos ver fútbol sin problema, valor que se incrementa en unas buenas horas más si somos parte de un equipo barrial o solemos hacer un picadito con los amigos en la cancha sintética de nuestra preferencia; y si vivimos en la ciudad en la que nuestro equipo tiene su sede, pues son tres horas más de asistencia al estadio cada quince días al menos. De los 7 días de la semana, le destinamos un día y medio al fútbol, y por esto es que no tengo más opción que darle razón a Valdano: “El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes”.

¿Cómo es que un hombre puede físicamente dedicarle tanto tiempo al fútbol, acaso no tiene más vida que la pelota y el trabajo? Pues las excusas y las razones están siempre al orden del día: Si nos invitan al bautizo del sobrino a las 11h00, adelantamos a nuestro hermano que el Derby de Manchester es a las 09h00 y que llegamos después del partido; si tenemos una reunión el sábado a las 14h00 aparecemos a las 15h30, y claramente admitimos que estaban jugando el Madrid contra el Valencia y estaba partidazo, y así una y otra vez, hasta el día en que decides unir tu vida con una persona que simplemente, no entiende como puedes ver tanto fútbol.

De un día a otro, el cumpleaños del sobrino de la hija del colegio es más importante que la rivalidad de Lionel y Cristiano, el cambio de casa de la prima tiene más atención que el debut del compatriota en la liga inglesa, y “ese foco que no se va a cambiar solo” le quita protagonismo al hat-trick de Zlatan. Inconcebible. E igual de inconcebible, perdón la redundancia, es que uno en la mayoría de ocasiones acepta e incluso, disfruta de estas nuevas prioridades.

Y es que encontrar a una mujer que le guste tanto el fútbol como a ti es más difícil que encontrar un billete de dos dólares: sabes que están por ahí, algún rato viste uno y lo tuviste contigo pero son pocos los afortunados que logran conservarlos. En este punto es necesario aclarar que no estamos hablando de mujeres que únicamente ven el partido de sus equipos, que saben quién es el goleador o figura o que jugador tiene el mejor cuerpo, sino de aquellos raros especímenes que pueden disfrutar de un partido de la Europa League o de un Tigres – Chivas sin quedarse dormidas antes de la primera falta, o peor aún, intentar cambiar de canal o actividad recreativa: Pecado.

Es así que la cantidad de partidos a ver es reducida por los compromisos propios del matrimonio, y no nos queda enfocarnos en esos pocos partidos que coinciden en los escasos momentos de relax en casa, y es acá amigos, donde el tema se pone realmente cuesta arriba pues, volvemos, pocas mujeres entienden la necesidad imperiosa que tenemos de ver la pelota rodando en el rectángulo verde.

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De tanto observar y analizar a esos directores técnicos que ganan millones de dólares, uno aprende de a poquito que, aunque el rival siempre sea el mismo, las circunstancias cambian y nuestras estrategias deben ser dinámicas y acomodarse al momento. Vamos a ver a continuación, un par de ejemplos de clásicos jugados por su servidor frente a la TV en los que, gracias a la estrategia, se pudo salir avanti y disfrutar de un partido sin necesidad de canjearlo por tiempo de baby shower del próximo fin de semana o una maratón de “Sex and the City”, las cuales les dejo como dato, son buenas maneras de ver el partido del día, aún cuando el pago del precio sea demasiado alto.

Para poder aplicar la táctica de posesión de Pep, es necesario mucho tiempo de práctica. Guardiola tuvo La Masia, nosotros tenemos el noviazgo y es desde ahí, las inferiores, donde debemos preparar el terreno. Hay que adueñarse del control remoto, darle gusto de vez en cuando para ver “Mom” o “New Girl” pero SIEMPRE en poder del control remoto. En cada espacio de publicidad, cambia de canal arguyendo que no quiere ver los anuncios comerciales, aun cuando sea molesto para la espectadora y a veces para ti mismo, no dejes de cambiar, ella debe saber que en ese momento se juega tu partido y tu impones el ritmo de transmisión. Así, cuando jueguen River contra Boca en la Libertadores y quieras ver el partido completo seguido del problema del gas lacrimógeno, tú tienes el control y ella ha aceptado ya, que quien maneja la programación está a su lado y le va ser muy difícil quitarte la posesión del preciado control remoto.

Para hacer un Mourinho, es necesario que nos preparemos para hablar y ofender la programación que no consideramos digna de competir contra aquel partido de la “Copa del Rey” que queremos ver, así como hacer adquisiciones de renombre que puedan ser utilizadas a nuestro favor, aunque sea en el papel: “Esa película ya la viste cien veces”, “¿Para que estamos pagando internet y Netflix si puedes ver esa película en la Tablet?” y “¿Compramos el SmarTV de adorno? Ahí puedes tranquilamente ver la película, ¡por favor!”. No aceptes un no por respuesta, y si nada más funciona, pícale el ojo con tu dedo.

Finalmente para terminar este ya largo artículo, por lo cual le pido disculpas al lector, a veces hay que aplicar un Caruso Lombardi. Siempre habrá ese partido que queremos ver pero que no le interesa ni a la mamá de los jugadores, los argumentos de la importancia por ser final de la Champions o el que en ese equipo juegue un ecuatoriano no son suficientes, pero queremos verlo. Mis fuentes me han informado que esta técnica es especialmente útil para ir al estadio a ver el partido en vivo, o sirve para poder jugar ese partido en cancha sintética con los barrigones compañeros de trabajo (al que acompañarán un par de cervezas auspiciadas por los ganadores): A veces hay que vender humo… Podemos argumentar que “el deporte es sano para la salud”, “no está mal que tengamos nuestros pasatiempos y que mejor si hago un poco de ejercicio o tomo un poco de sol”, “desde que soy niño, puedo ir al estadio y sacar todas mis frustraciones en la grada, tu sabes que no puedo ir puteando a todo el mundo como en el estadio”. Humo puro y duro, a veces hay que hacerlo.

Debo ser honesto y admitir que en mi caso particular, si bien mi novia no es amante del fútbol tampoco es opuesta a ver un partido, pero claro debe ser trascendente mediáticamente y es necesario aguantar los comentarios de “mira que cuerpazo/piernas/abdomen” de tal jugador y hay que hacerlo con gusto, porque uno también le dice que la rubia de su serie tiene unas piernotas/trasero/ojazos. Ella sabe la importancia de la Copa América, de un Mundial o de los partidos de mi equipo, y sabe, como yo, que uno no puede ganarlos todos, pero hay que ser cauto en victoria y noble en la derrota, pues siempre habrá un nuevo clásico a la vuelta de la esquina.