Creed: La Eterna Pelea Contra el Tiempo
Ídolo e inspiración de muchos ¿por qué no decir de todos? Quienes crecimos viendo a Rocky Balboa, vivimos como propias sus victorias y derrotas, disfrutamos de un personaje que nos transmitió lo mejor de sí con esfuerzo, humildad, superación, orgullo, lucha personal y motivación, definitivamente leyenda absoluta. Hablar de este personaje es hablar con el corazón, es hablar de un personaje querido por varias generaciones, y de cómo fue marcando a cada uno de los que nos creímos Rocky alguna vez, algunos (como yo) se quedaron en la parte de levantarse temprano y ya. Otros si salieron a comerse el mundo con rutinas de ejercicios y o de otras formas que no necesariamente impliquen preparación física.
Rocky es una saga que poco a poco fue perdiendo calidad pero no nuestra fidelidad, se volvió repetitiva y a veces aburrida pero sostenida por el enorme espíritu Balboa, sus seguidores también vencimos a Apollo, Lang, Drago y luego (opinión personal) nos decepcionamos con episodios tristes como los posteriores. A pesar de todo esto nos animamos a ver “Creed”, llegamos a este film con la «fidelidad» a Balboa y con la figura de Apollo en el olvido, quien es dignamente rescatado en “Creed”. Claramente llegamos con pocas esperanzas de encontrar algo nuevo o bueno, sin embargo Sylvester Stallone firma una actuación brillante junto a Michael B. Jordan en una película entretenida de principio a fin, una película que evoluciona a nivel Rocky, nos llevamos una grata sorpresa con un film que contiene varios elementos que no esperábamos, emociones que fueron dirigidas muy elegantemente, que pueden hacer llegar involuntariamente a levantarse y aplaudir.
Adonis, quien no conoció a su padre es adoptado por la ex esposa de Apollo, crece convencido de llevar el box en la sangre y viaja a Philadephia, dejando una cómoda posición social y económica atrás, en busca de Rocky, a quien solicitará que lo entrene recibiendo negativa como respuesta. La fuerza y determinación que “el hijo de Creed” demuestra, harán que entre él y Rocky se forme un nexo bastante interesante, prácticamente familiar, al mismo tiempo que encuentra en Bianca (quien vendría a ser su novia) un impulso y pilar quizá tan importante como lo fue Adrianne con Balboa en las películas más antiguas de la saga. Mención especial para ellas, las Adriannes, las Biancas de nuestras vidas, pilares e impulso fundamentales en la vida de cada uno de nosotros.
Todo esto apunta hacia un retorno de Rocky, pero esta vez en segundo plano, con un toque nostálgico que nos muestra una nueva manera de ver al campeón, con escenas de entrenamientos «vieja escuela», con diálogos llenos de experiencia y que te transportan a las entregas anteriores, que permiten esa reflexión y analogías con el diario vivir, con todo eso a lo que “se deseara boxear”. A todos quienes señalan que no merecemos algo, quenos dan ese puertazo, que insinúan que llegaste ahí por algo más emparentado con tu suerte que con méritos, porque al igual que en la Rocky original, a Adonis se le presenta prácticamente una casualidad única de la vida que tendrá que aprovecharla.
Es que Balboa nos enseñó a librar las más duras batallas, hoy en Creed nos toca ver al Balboa que temíamos ver, un Balboa sabio, viejo y vencido por el tiempo, que ya no sube vigorosamente las escaleras del Museum of Art de Philadelphia, pero que sube una colina para visitar la tumba de su amor de toda la vida, Adrianne, y la de su mejor amigo, Paulie. Que vuelve al ring pero para estar en una esquina cediendo el protagonismo. Un Balboa que sigue luchando y soportando golpes, que esta vez vienen de una terrible enfermedad.
Rocky no se cansa de darnos lecciones y motivos para seguir a pesar de todo, como lo que siempre fue, un campeón. No se cansa de decirnos que es como cualquiera de nosotros, con una vida llena de adversidades y a las cuales hay que vencer round por round, con el espíritu combativo y la determinación que siempre lo ha caracterizado. Creed quizá sea el principio del fin de Rocky, pero su legado y enseñanza siempre sobrevivirá: la lucha, la nobleza de espíritu, la fraternidad, la caballerosidad después de la batalla que desplegó el mismo antipático “Pretty Ricky”. Esos valores vieja escuela que jamás pueden perderse.