La final de ida no pudo ser disputada en su fecha original por situaciones climáticas. Se pospuso un día a la final esperada y había que esperar que el regreso se desarrolle con normalidad. Gran error.
En el camino al Estadio Monumental de River Plate, el autobús que conducía a la delegación de Boca sufrió un ataque con piedras y objetos contundentes, por los vidrios rotos se filtró gas lacrimógeno lanzado por la policía y con ello los xeneizes argumentaron no estar en condiciones físicas para enfrentar un juego de semejante envergadura. El partido pactado para el sábado 24 de noviembre se postergó para el día siguiente. Del lado de Boca se argumentó que no era un plazo suficiente y se suspendió indefinidamente.
Después se decidió sacar la definición de Argentina, se habló de Paraguay, de Brasil, de Estados Unidos y lo que parecía descabellado empezó a tomar fuerza: trasladar a la gran final fuera del continente. Se habló de Qatar y finalmente se la fijó en el Santiago Bernabéu de Madrid, España. Del lado de Boca hubo intención de buscar por legalmente la posibilidad de darles por ganadores debido a que ellos sufrieron el ataque. Del lado de River no se consideró justo que nunca hayan podido disputar esta definición en su estadio.
Y después de todos estos lamentables dimes y diretes, se llegó al 9 de diciembre en el que River Plate derrotó 3-1 a Boca Juniors en la final de vuelta de Copa Libertadores disputada en el Santiago Bernabéu de Madrid
Como se podía esperar, el arranque del partido fue sumamente tenso, jugado con vehemencia mas lealtad. No era precisamente la mejor exhibición de fútbol vista en el legendario estadio, lo visible eran los nervios. Al pasar los primeros 10 minutos se veía mejor plantado a los azul y oro que cuando tuvieron la pelota no tenían mayores ideas, pero cuando la cedieron, tuvieron a su rival sin poder causarle mayor daño y lejos de su área.
Las faltas eran continúas en el juego, especialmente provocadas por los jugadores de “la banda”, lo que revestía mayor peligro a sus filas. Después del minuto 25 el conjunto xeneize lucía mejor futbolística y anímicamente mientras su rival defendía evidenciando nervios. Antes de la primera media hora ya River había pasado un par de apuros.
El juego continuó siendo de un tono timorato, sobretodo del lado millonario, pues eran demasiados los errores de fundamentos en entrega de balón, lo que provocaba no sólo nulo peligro en arco rival, sino algunos apuros a la hora de defender. Casi al final del primer tiempo el partido se abrió más por errores en las zagas y en un pase larguísimo filtrado por Nández se gestó el gol que Darío Benedetto (43 min.) consiguió tras sortear magistralmente la salida de defensa y arquero.
En el segundo tiempo pareció River dejar los nervios atrás y al menos logró emparejar el juego en cuanto a posesión de pelota y oportunidades de gol. Pronto llegarían los cambios. Quintero en River y Ábila en Boca apuntaron a una intención ofensiva. El partido en general lucía más prolijo y limpio, claro está, eran minutos en los que ya el millonario sentía la presión del marcador en contra.
Boca parecía cómodamente instalado esperando el error del rival para gestar la contra, pero los de la banda iban encontrando la precisión y calma que en el primer tiempo les hizo falta. Así llegó el empate marcado por Lucas Pratto (67 min.) quien finalizó una gran combinación de pases en el borde del área azul y oro. Sin duda el tanto fue de gran ayuda anímica para River. Al ingresar el último cuarto de hora era Boca ligeramente más impreciso con la pelota.
River en los últimos minutos del tiempo reglamentario lucía mejor fundamentalmente en el aspecto físico, lo que influía en su oportuno traslado de la pelota, aunque le hacía falta fuerza en el último cuarto de cancha donde todavía lo de Boca era acertado teniendo al joven Nández como un bastión ante el embate blanco y rojo. Los 90 minutos finalizaron con una sensación de menos a más en cuanto a espectáculo.
De entrada al inicio del primer tiempo suplementario Boca se vería condicionado por la expulsión Barrios así que tuvo que especular un poco más en su juego, mientras que en River se veía mayor disposición de evitar los penales. Continuaban los problemas físicos en el club de la rivera y entonces fue cuando llegó el tanto de Juan Fernando Quintero (110 min.) con un gran zurdazo en el borde del área. A partir de ese gol el partido se abrió totalmente, descuidándose formas y táctica, minutos finales jugados con el corazón para que en el la última jugada Gonzalo Martínez (121+’) de contra y tras no tener rivales al frente, selle el marcador.
River Plate ha conseguido su cuarta Copa Libertadores de la historia (1986, 1996, 2015, 2018) y su pase al Mundial de Clubes de Emiratos Árabes.
RIV: Franco Armani; Gonzalo Montiel (Camilo Mayada 73’), Jonathan Maidana, Javier Pinola, Milton Casco (TA 120’); Leonardo Ponzio (TA 27’) (Juan F. Quintero 58’); Ignacio Fernández (TA 80’) (Bruno Zuculini 110’), Enzo Pérez, Exequiel Palacios (Julián Álvarez 97’), Gonzalo Martínez; Lucas Pratto
Goles: Pratto 67’, Quintero 108’, Martínez 121+’
BOC: Esteban Andrada; Julio Buffarini (Carlos Tévez 110’) (TA 120’), Carlos Izquierdoz, Lisandro Magallán, Lucas Olaza; Nahitan Nández, Wilmar Barrios (TA 86’) (TR 92’), Pablo Pérez (TA 42’) (Fernando Gago 89’); Sebastián Villa (Leonardo Jara 95’), Darío Benedetto (Ramón Ábila 60’), Cristian Pavón
Goles: Benedetto 43’