Un nuevo paradigma mundial
“Año nuevo, vida nueva”, ese el berreadísimo lema de cada inicio de año, pero aprovechando que es 1 de Enero, podemos pensar, tal vez soñar, no sé, en un nuevo orden mundial en lo que al fútbol se refiere. Ya les diré el porqué.
Estamos de acuerdo que la noticia del año, en lo que fútbol se refiere, fue el descubrimiento del escándalo de corrupción de los altos dirigentes de nuestro amado deporte. Prácticamente todo el planeta manchado y todo descubierto por una señora que poco y nada debe conocer de fútbol, pero que hay que irle tomando medidas para hacerle un monumento si logra cambiar los aspectos nocivos que viene adquiriendo su organización. Gracias principalmente a la fiscal Loretta Lynch, el fútbol pronto dejaría de ser el mismo.
Mientras vemos con asco, repudio y todos esos adjetivos despectivos, cómo se negociaba por debajo de la mesa, las sedes de torneos y derechos de televisión, relacionamos esto del “negocio millonario” que se ha vuelto el fútbol. Desde los años 70, cuando FIFA quedó bajo el mandato de Joao Havelange, comenzó a determinarse este orden, el de los miles de millones de dólares. La “onda mercantil” tuvo en la famosa “Ley Bosman” de mediados de los 90, su otro puntal, lo que dio como resultado, lo que actualmente vemos.
Los millonarios contratos que alrededor del mundo se celebran por derechos de televisación han impulsado un fenómeno mediático. Hoy tenemos a la mano los más espectaculares eventos futbolísticos del mundo, lo que tiene ciertos efectos positivos. A nuestros hijos y nietos podremos contar que un fin de semana era tal si no se veía algún malabar de Lionel Messi con el balón. Nuestras generaciones precedentes no pueden decir lo mismo de Puskas o Di Stéfano por ejemplo, verlos era un privilegio de una vez al año o una vez en la vida, había que conformarse con los sensacionales relatos de los cronistas de la época.
El fútbol, los negocios y la TV impulsaron los mundiales de categorías formativas, que las mujeres compitan profesionalmente, que clubes de todo el mundo se enfrenten entre sí, que se expanda la práctica de tal forma que quien medianamente gusta del fútbol, conozca de exóticas figuras africanas, asiáticas y de otros confines, lo que facilita la labor de los scouts también. Podríamos decir que de las actividades que forzaron al mundo a ser hiper conectado como ahora, precisamente es el fútbol.
Sin embargo, en toda esta maravilla hay una trampa. No quisiera que me tachen de comunista o similares, pero creo que ese “mercantilismo salvaje” ha estado matando al fútbol en varios puntos del planeta y lo podemos relacionar con la clásica retórica de la lucha de clases aplicada a nuestro querido deporte: los clubes y ligas ricas son cada vez más ricas, en tanto que los clubes y ligas pobres les va cada vez peor.
Los resultados están a la vista. ¿Si se han puesto a pensar que la Champions League es cada vez más genial? Así como las ligas españolas o inglesas son un espectáculo y plan ideal para “un sábado de flojera”. Todo lo contrario, la Copa Libertadores no para de tener problemas y ni hablar de nuestro pobre y triste torneo ecuatoriano, agobiado por problemas económicos y organizativos, los mismos que padece buena parte del continente. En el Mundial de Clubes esto se hizo evidente: River Plate, coloso de Argentina y el continente americano, aguantó media hora para después ser arrasado por el sensacional F.C. Barcelona. Historia que vemos repetirse patéticamente en el siglo XXI: el europeo paseándose y el americano luchando por no ser humillado.
La actual dinámica del fútbol se orienta al millonario negocio de la élite mundial del fútbol y todo pintaba para que esa diferencia crezca. Con la riqueza concentrada en Europa y la famosa “Ley Bosman” para facilitar los intercambios, se ha reunido todo el buen fútbol ahí. El claro ejemplo es el mismo F.C. Barcelona, club que tiene como sus principales figuras a 3 sudamericanos: Messi, Lucho Suárez y Neymar. Gente a la que sería imposible verla en un club de sus países de origen (lo del Santos reteniendo cuanto pudo a Neymar fue épico). Acordémonos que antes, el Santos tenía a Pelé, Peñarol a Spencer, Independiente a Bochini y el fútbol sudamericano era respetado y la competencia más pareja. Ahora sería imposible soñar con algo parecido.
En Sudamérica bien podría decirse que se juega con lo que hay. A nivel de clubes, se ha integrado al resto de continentes, que normalmente son una comparsa. El espectáculo quedó concentrado en el “centro”: Europa y los mundiales de fútbol, que son lo mismo que las competiciones de Europa, pero repartiendo a las estrellas en otras camisetas. Para la periferia, las “sobras”. Cierto, sonó “cepalino”, pero por favor, esto afecta al desarrollo del fútbol local.
Clubes pobres, espectáculo pobre. A veces me puedo poner paranoico y pensar en una probable desaparición de la actividad en nuestros países. Como están las cosas, no culpo a quien quiera quedarse echado en la cama, disfrutando de un Tottenham – Manchester City, en vez de acudir al estadio a ver al club supuestamente de sus amores, que no siempre garantizará espectáculo e incluso la situación es peligrosa, pero de eso no vamos a hablar hoy. Así, el espectáculo del fútbol local se va quedando sin clientes y no le quedaría otra que cerrar.
Ahora, veamos desde el punto de vista del consumidor: ¿prefiere ver a la distancia eventos cada vez más espectaculares o intentará rescatar lo que corresponde a su localidad? Me temo que varios se irían por el primero. Es increíble ver en sitios como Asia o Centroamérica, las pasiones que desatan el Real Madrid, el Manchester United o el F.C. Barcelona, mientras que si les preguntas sobre su liga local, les importa poco y nada. Lo que es yo, me perdonan pero me importa más lo que haga El Nacional que el Real Madrid. Me es inconcebible pensar que me amargue o alegre la semana el resultado que saque el Arsenal o el Liverpool. Supongo que soy de los pocos locos.
Ahora, a lo que vamos. Este monstruo que principalmente alimentó los derechos de T.V. bien podría ver el fin de sus días con el descubrimiento de toda esa maraña de corrupción. Sin duda, de ahora en adelante se exigirá mucha más transparencia a la hora de celebrarse dichos contratos, lo que traerá beneficios. Uno que me pareció importante fue el aumento de las ganancias que tendrán los equipos participantes en la Copa Libertadores. No se puede nomás echar la culpa a la acumulación del dinero en Europa, esta alta circulación de dinero era apetecido por la alta dirigencia de continentes como el nuestro que prefería llevarla a su bolsillo que hacer que esta mejore la competición local, además, el dinero circuló en función de mantener ese poder sumamente beneficioso para esos pocos.
Que el fútbol sea equitativo es una utopía. Pero la lección que nos dejó la olla de grillos destapada por doña Loretta, podría a que la actividad en las “periferias” que lo alimenta, no se extinga. Obvio, no solo queda en manos de los altos dirigentes internacionales, se empieza también siendo transparentes y prolijos en el manejo del fútbol local, con gente capacitada y que tenga una función que implique un salario para hacerlo más transparente. La obligatoriedad de las cuentas claras sería el inicio de un nuevo orden en el fútbol mundial, esperamos, uno más justo en la medida de lo posible y más sano.
Guitarras y gol