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Grandes rivalidades: Atom vs Hyuga

Sí, entiendo perfectamente que esto es ficción y podría pasar como una propuesta poco seria, pero vale la pena analizar esta rivalidad del cómic para buscar los valores que puede enseñar el fútbol a través de personajes creados por un pueblo cuya pasión por el fútbol es relativamente reciente como es el japonés. De todas formas, gente que supo captar ciertas condiciones emocionales y con ello, cautivar a infantes de todas las latitudes.

Oliver Atom (Tsubasa Ozora) es probablemente el mejor jugador de toda la historia en este universo. Un enamorado del fútbol que dice que “el balón es su amigo” y su obsesión se centra en el juego. Pasa perfeccionando sus habilidades y desde chico tenía trazado un sueño que era el de jugar profesionalmente en Brasil y por su selección nacional. Su técnica es envidiable y de un liderazgo más ligado a sus habilidades que a su personalidad en sí. Un personaje demasiado positivo podríamos decir, con pocos matices de oscuridad.

Por otro lado, estaba Steve Hyuga (Kojiro Hyuga) es el más grande rival de Oliver al menos en la liga juvenil japonesa. Steve debe ser uno de los personajes más interesantes del popular cómic y serie animada. Es huérfano de padre y hermano mayor, por lo que se siente en la obligación de ayudar a mantener el hogar y desde muy joven estudia, trabaja y juega fútbol, el cual lo proyecta como un medio para la supervivencia de él y su familia. Podríamos decir que su historia se asemeja a la del futbolista latinoamericano promedio, todo lo contrario a la historia de Oliver que es hijo de una familia algo acomodada (su padre es capitán de barco). Las dificultades de la vida hicieron a Steve un muchacho muy temperamental, fuerte y de intenso liderazgo.

El primer encuentro entre las más grandes figuras de este universo imaginario se decidió a favor del equipo de Hyuga, quien impuso sus condiciones con su avasallador carácter ante un timorato equipo del “Niupi” (Nankatsu) que tenía en Oliver y Tom Misaki (Taro Misaki) como grandes figuras, pero superados por un rival corajudo que supo meter miedo. En el partido final tuvo que llegar Benji Price (Genzo Wakabayashi) para poner la personalidad necesaria, además de sus habilidades en el arco, para ganar el título.

Como sabemos, la historia tiene como principal personaje a Oliver y su evolución no deja de ser emocionante. Durante la liga infantil tiene complicados retos emocionales como la tremenda semifinal contra el equipo de Andy Johnson (Jun Misugi) en la que en 90 minutos tuvo apabullantes lecciones de madurez frente a un rival muy técnico y que tenía la condición de su enfermedad de corazón. Los juegos contra el Franco Canadiense (Meiwa) son partidos en los que tiene que sobreponerse  a la figura recia de Hyuga y a un portero aparentemente invencible (Ken Wakashimazu o Richard Tex Tex), sin embargo, todavía no se erige como el gran capitán, en ese último partido fue su amigo y primer rival, Benji.

Cuando la serie hace sus característicos saltos en el tiempo y nos muestra el torneo de secundaria. Oliver tiene otra lucha: contra sí mismo. En este torneo le ocurren fuertes lesiones que lo obligan a superar el dolor físico que es vencido por el ferviente deseo de permanecer en cancha, un valor imposible de ver en el fútbol actual. A pesar de sus terribles dolores, Oliver conduce al Nankatsu al último juego contra el Toho que había llevado a sus filas a Steve Hyuga. La batalla contra Steve y contra su propio cuerpo es dramática, Hyuga no quería perder esta oportunidad, se había fortalecido notablemente y el juego final termina igualado. Con un reglamento que solo a unos japoneses poco doctos de fútbol (?) se les podía ocurrir, ambos equipos son declarados campeones y así termina una rivalidad excepcional, entre elogios y reconocimiento del gran esfuerzo realizado. A continuación tanto en el manga como en la serie animada, Oliver y Steve pasan a ser amigos y socios del gol en una selección japonesa de ensueño.

A través de esta maravillosa creación, quienes crecimos con los famosos “súper campeones”, experimentamos la dualidad del fútbol como un sueño de pibe al fútbol como sueño y a la vez vía hacia una vida mejor. Mundos opuestos encarnados en personajes que pueden ser realidad a diario. Podríamos identificarlos en rivalidades del tipo Messi – Cristiano o Federer – Nadal. Hay que agradece al señor Yoichi Takahashi por crear a estos personajes para nada planos y con una simbología mucho más trascendente que el simple entretenimiento.