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Cuervos: ¡Un Cierre Espectacular!

Cuando se supo de la filmación de la cuarta temporada de “Club de Cuervos” sus principales productores y actores supieron señalar que sería la última. Para lo que no prepararon a la fanaticada acumulada durante su de todas formas corta existencia es para afrontar la emotividad que trajeron cada uno de los 12 capítulos con los que se cierra uno de los trabajos más exitosos que la plataforma Netflix ha presentado desde Latinoamérica.

Se dice que cuando en una pieza de ficción sus personajes presentan una evolución (personajes redondos) ésta realmente es interesante. En el caso de “Club de Cuervos”, sus 2 principales personajes, que son los hermanos Iglesias, han llegado a la madurez a su estilo. En el primer capítulo de la cuarta temporada y producto de lo ocurrido al final de la segunda la relación de Chava e Isabel es más fuerte que nunca y ello ocurre para solucionar el primer lío que sería el paso de su querido club a manos de la poderosa y mediática familia Cantú.

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La serie ha formado una especie de culto que pudo ser plenamente explotado no sólo con sus capítulos, sino gracias a los Spin Off, que tal vez tuvieron menos acogida en el público, pero fueron fundamentales para entender lo que se vino en la temporada final en la cual prácticamente se juntaron todos los personajes y circunstancias del “Universo Club de Cuervos”. Sin “La Balada de Hugo Sánchez” no es posible explicar parte del dinero recaudado para rescatar a los Cuervos de las graves deudas del final de temporada 3, la extraña alucinación del “Zombie Guerrero” y la situación familiar del DT, Fede. Del mismo modo, “Yo, Potro” es el nexo para entender el lamentable estado en el que es encontrado el entrañable “Potro” Romani al principio de la última temporada.

 Cuervos está a nada de “irse a la chingada” y para su rescateregresan 2 de los más queridos personajes de inicio de este cuento: Mariluz, con el contingente económico y transformada en una poderosa mujer de negocios y Aitor Cardoné, aquella excéntrica estrella del fútbol que con un poco menos de humos en la cabeza puso su talento al servicio del equipo. Desde sus respectivos lugares llegaron a hacer frente al mayor rival al que los Cuervos se pudieron haber enfrentado: el Club Tarántulas que no solo era un rival en la cancha, sino que amenazaba con desplazarlos como el equipo emblema de Nuevo Toledo con sus ataques desde frentes políticos, mediáticos y económicos.

Conscientes del rol decisivo de los medios, buena parte de la trama tiene como eje la participación de los mismos: los problemas de derechos de televisión, la influencia de los periodistas y su posición desde su sitios de labores, la venta de una determinada imagen en la que vemos a Isabel hacer tripas corazón para escandalizar como una “femme fatale” que inevitablemente llama la atención y la visión del siempre poco convencional Chava que vio en la digitalización de los contenidos como una oportunidad nada despreciable.

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El cultivar una imagen fue el plan de salvación de Cuervos. La parafernalia mediática no es suficiente cuando no hay algo atractivo que mostrar y el querido club nuevotoledano se calzó el papel del villano bajo la dirección de Chava, lo que incluía aparatoso vestuario y la apropiación del Haka de los All Blacks de Nueva Zelandia. De todas maneras, para recuperar el cariño de su ciudad natal, recordando el exilio por el que atraviesan desde el final de la temporada 2, eran necesarios los buenos resultados.

Habíamos introducido este texto con la evolución de los personajes y la madurez. Es así como vemos sentirnos contentos y orgullosos de la evolución de Chava Iglesias hacia la sensatez para la toma de decisiones, aunque ciertamente lo malo de esto es que ya no es tan chistoso como antes y de paso, la merma de su característica tiranía desbocada e hilarante quitó cierto protagonismo a uno de los mimados de la fanaticada de la serie como es Hugo Sánchez, quien termina siendo una pieza clave cuando interviene el excéntrico Ricky Lamas como parte del arreglo final a los problemas financieros de los Cuervos.

 El personaje de Isabel es tal vez el más interesante de analizar, pues muy a la par de las contemporáneas discusiones sobre los roles masculinos y femeninos, observamos que la hermana Iglesias es un referente de la misma, pues ella constituye el verdadero liderazgo del club. Es Isabel la que está plenamente interesada en el fútbol dentro de la familia Iglesias, nota interesante tomando en cuenta el tradicional tinte masculino de la actividad del fútbol y más bien Chava está interesado en actividades distintas al juego, de hecho, nunca dio mayores señas de entenderlo. Es Isabel justamente quien no solo conoce al equipo desde el punto de vista administrativo, sino que sabe del juego en sí y tendrá su oportunidad de demostrarlo. Finalmente, su amor filial y su fuerte personalidad hacen que anteponga a los Cuervos a los roles clásicos femeninos como el matrimonio y la maternidad. Si bien se la ve feliz tomando las riendas del club, es evidente que la producción hace ver que la elección de Isabel sobre los roles tradicionales deja un pequeño pero apreciable vacío.

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Los últimos capítulos tienen una emotividad impresionante, propia de un ciclo que inevitablemente se va cerrando. Cerca del final, el emotivo discurso de Chava, hablando de qué es lo que realmente hace a una persona hincha de un club puede tocar las fibras sensibles de cualquier futbolero, el habla que las personas son hinchas de la historia del club muy por encima de sus jugadores o dirigentes y puede tener mucho de cierto, ser hincha es asociar muchas memorias gozosas, que no necesariamente se emparentan con la victoria. Fue una temporada final sensacional, digna de una producción que ha generado su propio universo, a la altura de las películas y series de televisión más renombradas… Y según redes sociales, parece que no hay un final del todo, sino revisen las publicaciones de @DJ_Churches en Twitter.

El Entrañable “Club de Cuervos” y las Razones de su Éxito

¿De qué otra cosa iba a hablar la primera serie de Netflix latinoamericana si no de fútbol?

Club de Cuervos ha venido apasionando a los usuarios de esta plataforma desde su estreno en 2015. Con 2 temporadas y 23 episodios en total se ha tomado la cultura popular latinoamericana y algunos de sus personajes podrían ya considerarse clásicos dentro de la misma. El porqué de este éxito intentaremos descifrarlo.

Mucha de la responsabilidad está en la experiencia y capacidad que hay en México en cuanto a narrativa audiovisual. Si bien Club de Cuervos se presenta como una serie cómica, cosa que los mexicanos saben hacer muy bien y ejemplos sobran, la realidad es que se la cuenta casi como una telenovela, algo para lo que ellos también son buenísimos. La historia vendría a ser como la del clásico culebrón azteca en el que una respetable familia se divide por una herencia. En este caso, la herencia es el club de fútbol “Cuervos de Nuevo Toledo” (tanto el equipo como la ciudad son ficticias) y la disputa surge al fallecer el patriarca del mismo: Don Salvador Iglesias. La pelea sobre el club y demás bienes del connotado caballero se da entre sus 2 hijos reconocidos (ambos de distintas parejas) y un tercero que estaba en camino antes de su muerte, como para completar un drama tan parecido a alguna de las “Marías” de los años 90.

Para soportar este tortuoso hilo narrativo están las actuaciones. Ahí es cuando Luis Gerardo Méndez y Mariana Treviño realmente se lucen con trabajos espectaculares. Salvador Iglesias Jr. “Chava”, interpretado por Méndez es un tipo sumamente entrañable y querible para el espectador, pese a ser un completo cretino en cuanto a códigos futbolísticos y no se diga de organización. “Chava”, con su irresponsabilidad y vicios, irradia tanto carisma que siempre quieres que sus disparates le salgan bien a pesar que a sujetos futboleros como quien escribe le pueda parecer sumamente ofensivo que irrespete el camerino, contradiga las órdenes del entrenador y peor aún, que haya hecho algún trato con el equipo rival. Como sabemos, el en un inicio fue electo presidente de Los Cuervos y es el alma indiscutible de la serie.

En la contraparte está Isabel Iglesias, interpretada por Mariana Treviño, una mujer muy armas tomar, muy responsable y conocedora en los campos de la administración cuya injerencia incluso a su tiempo hizo bien al equipo, pero su personalidad avasallante y exigente la hacen “la perra” (dicha por ella misma) de la serie, completamente detestable. Es una antagonista difícil de entender, pues no es precisamente mal intencionada, solo busca reivindicar lo que ella cree que merece y busca lo mejor para el club y para el imperio construido por su difunto padre.

Como vemos, a pesar que el eje central de la serie se supone es el fútbol, no se desarrolla por completo en cuanto a dicho eje temático y toma de manera algo sobredimensionada sus campos más oscuros y algo míticos como los sobornos, arreglos por debajo de la mesa, los intereses de los agentes de jugadores, planteles buscando hacer la casa o la cama a sus entrenadores, doping, infidelidades, prostitución, etc. Todo aquello con el fin de enganchar a un espectador ávido de polémica, la cual en “Club de Cuervos” siempre existe. El plantel de fútbol, pues es el típico de cualquier equipo latinoamericano: la base local llena de chicos humildes, muy ingenuos los más jóvenes, el clásico delantero argentino “pintero” imán de la fanaticada femenina, el brasileño que es todo fiesta y buen humor y el excéntrico refuerzo extranjero que por una millonaria cifra llega a los clubes de más alta inversión. También está la vieja gloria que se hace cargo de la dirección técnica en tiempos de crisis.

Mientras tanto, la fanaticada aguarda el estreno de la tercera temporada de la que se tiene las más grandes expectativas y esperando que esté a la altura de las 2 primeras temporadas.