Un golazo del mercadeo

Lo que parecía una inocentada fue haciéndose realidad y terminó con final feliz. El astro brasileño Ronaldinho llegó a Guayaquil para ser el invitado y estrella de honor de la presentación del Barcelona S. C., evento conocido desde hace años como la “Noche Amarilla”. La edición 2016 de esta relativamente nueva tradición, sin duda será la más memorable en mucho tiempo, tendrán que pensar mucho como superar la inolvidable noche del 29 de enero.

La propuesta mediante la cual, “Dinho” de presentaría en un solo partido pudo haber parecido folclórica a prensa, opinión pública y opinión en general (la verdad es que me incluyo), pero la gente alrededor de Barcelona y quienes hicieron posible el arribo del legendario futbolista, creyeron en su jugada. La decisión de montar este espectáculo no debió ser tomada a la ligera y algunos aspectos se debieron tomar en cuenta.

El primero es el fenómeno a nivel de hinchada de Barcelona. Es sabido y tal vez trillado poner en la mesa el factor “masa” del cuadro amarillo, el cual es por lejos, el más popular del país. Así mismo, dentro del país, su concentración en la ciudad de Guayaquil, la más poblada de la nación, es caudalosa. Acá, la idea era volver a despertar el interés en ese hincha muy pasional, el cual en los últimos años (últimos 18 salvo 2012) ha sufrido bastante más de lo que se ha alegrado y esta desdicha lo ha ido alejando del estadio. Una forma de motivarlo a su regreso es la presentación de una gran novedad como fue Dinho puesto la amarilla.

Ahora, la idea era buscar esa gran novedad. Se sabe de la tensión y expectativa del hincha en esta parte del año, cuando se habla de contrataciones y se va diseñando el plantel para la temporada que está por iniciarse. La inclusión de una súper figura mundial, al menos por este partido, generó mucho para hablar. Por un lado, la hinchada de Barcelona alabando dicha gestión e ilusionándose con la idea de Ronaldinho jugando para Barcelona, por otro, hinchadas rivales criticando y burlándose del concepto de un solo juego del crack en el país, las palabras escépticas en ambos bandos. Al final, todo sumó para que la expectativa en el evento sea enorme.

Dicho escepticismo partía por las posibles fallas de organización que haya en el evento, y sí las hubo. El retraso en el vuelo que llevaba a Ronaldinho a Guayaquil alteró el plan de la cena dispuesta con la figura. Vale la pena mencionar que el costo de la misma era 250 dólares que tuvieron a 400 personas muy dispuestas a pagarlos, pero a la final, salieron defraudadas por el escaso tiempo que Ronaldinho pudo compartir con los asistentes. El no menor detalle del hurto del gorrito que llevaba el futbolista a su arribo al país pudo haber asustado a más de un organizador. El inicio del periplo de Ronaldinho en Guayaquil no fue muy confortable, cosa que se supo remediar.

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La expectativa dio resultado, la venta de camisetas el propio día del evento fue un éxito total. Las conmemorativas con el nombre y número del astro brasileño se adquieren por “módicos” 80 dólares que serán gastados sin miedo por los fanáticos medianamente pudientes y de ellos, Barcelona cuenta por montones. Después, estuvo el evento principal, o sea, el partido de fútbol en el que previamente, los jugadores integrantes del plantel fueron presentados con mucha pompa, luces y fuegos artificiales dignos de un espectáculo de rock de banda legendaria.

Ahora, lo que ya no dependía de organizadores y marketeros, era el partido de fútbol en sí. Para buena fortuna, los protagonistas estuvieron a la altura. Ronaldinho jugó 78 minutos, hizo gambetas, dio pases y estuvo sonriente, complaciente y humilde con la hinchada. Barcelona presentó problemas en defensa, pero se vio a Damián Díaz en gran forma, mientras que los peruanos de la Universidad de San Martín supieron responder y le hicieron un gran partido con excepción del portero visitante, quien tuvo intervenciones horrorosas que costaron goles. Hablando de eso, la idea de un partido de exhibición es que justamente haya abundancia de anotaciones, el 4-3 favorable al cuadro amarillo dejó contenta a la afición por lo menos.

1’042.825 dólares de recaudación por el partido, más 87.500 por la cena y 320.000 en ventas de camisetas apuntan a un golazo de marketing. Con eso Barcelona podrá afrontar las graves deudas que tienen al club con un serio peligro incluso de perder la categoría, empezando por Floro “el chaval”, que ya lo puso al cuadro “Ídolo del Astillero” en peligro de descenso allá por el año 2009. Se espera que esta nueva dirigencia amarilla sí tenga la seriedad para dar buen uso a todo lo que generó económicamente el fenómeno Ronaldinho y que la lección de marketing haya sido aprendida por todo el Ecuador. Claro, no todos pueden contar con los mismos factores para la puesta en escena de lo que vimos este viernes como Barcelona.

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