Antonio y Lionel, los elegidos, los señalados
El fútbol es un deporte de equipo, en el que los mejores colectivos usualmente obtienen los resultados más valiosos, la sorprendente victoria obtenida por la selección nacional en Buenos Aires se explica, principalmente, desde el excelente funcionamiento de cada una de los intérpretes que aplicaron a raja tabla lo que había planificado el cuerpo técnico.
Cuesta encontrar puntos bajos en la selección que derrotó por primera vez a su par albiceleste en Buenos Aires, sin embargo, lo que es más sencillo es identificar a la figura del encuentro, quedó claro para casi todos quienes vimos el partido, que la actuación de Antonio Valencia fue excepcional, marcando diferencias con los 21 futbolistas que lo acompañaron en el campo durante los 90 minutos.
Valencia volvía a la selección luego de perderse la Copa América por baja médica, torneo en el que adolecimos de una evidente falta de categoría que no nos permitió tener una mejor actuación, y de un decepcionante mundial, en el que inclusive terminó expulsado en el último partido, las críticas se focalizaron en su rendimiento, acusándolo inclusive de “pecho frío”, es decir, de no dejar todo en el campo de juego, de no sentir la camiseta.
Argentina llegaba a disputar el encuentro luego de una nueva frustración en la final de la Copa América disputada hace un par de meses, Chile lo derrotó en los penales, adicionalmente Lionel Messi, su máxima figura, se lesionó con el FC Barcelona, por lo que se perdería el partido.
Messi venía de disputar las finales de los dos últimos grandes torneos que disputó con su selección, perdiendo ambos partidos, para posteriormente ser el mayor foco de la crítica en su país, y en el mundo, puesto que Lio es una figura global, y sus actuaciones, para bien y para mal, trascienden de una manera especial.
Antonio Valencia ha jugado más de 250 partidos en la Liga más competitiva del mundo, campeón de la Premier League en dos ocasiones, finalista de la Champions League, partido que perdió ante justamente el Barcelona de Messi y Guardiola, en suma, tal vez junto a Alberto Spencer, el único futbolista ecuatoriano que se ha mantenido durante tanto tiempo en la élite mundial.
Antonio adicionalmente fue clave para dos clasificaciones a los Mundiales, varios recordamos su debut en aquel lejano 2005 ante Paraguay en casa, cuando anotó dos goles para una remontada histórica, y todos recordarán también que en la última clasificación, una corrida suya muy parecida a la de la noche del jueves, precedió al gol de Jefferson Montero ante Uruguay, el día que definimos el pase a Brasil 2014.
Antonio además fue una de las figuras de la selección en el Mundial 2006, en la que fue propuesto por la organización como uno de los aspirantes al premio de mejor jugador joven del torneo, es verdad, su desempeño en Brasil estuvo por debajo de las expectativas, pero tres partidos no pueden hacer olvidar toda una carrera de triunfos, de esfuerzo, de jugar al máximo nivel.
Valencia es un crack en una tierra donde los mismos no sobran, de hecho, faltan.
Argentina es uno de los países más futboleros del mundo, cuna de grandes ídolos y equipos legendarios, campeones del mundo a los cuales les ha costado horrores reverdecer los viejos laureles; en cada campeonato mundial o copa América llegaban como uno de los favoritos máximos al título, para luego ser eliminados en cuartos de final, o inclusive más temprano.
24 años después de la última final, Argentina consiguió en Brasil volver a la máxima cita; Lionel Messi capitaneó al equipo que se hizo fuerte de atrás hacia adelante y sorteó cada etapa, sin sobrarle demasiado, pero siempre superando a sus rivales; en la final apareció Alemania que venía de pasarle siete al anfitrión, y en un partido muy parejo lo terminó derrotando en el tiempo extra.
La Copa América tuvo nuevamente a Messi capitaneando el barco que no pudo rematar adecuadamente la final, pese a que sus actuaciones fueron sobresalientes a lo largo del torneo, salvo tal vez, justamente el partido definitivo.
Lionel Messi volvió a llevar a la selección Argentina al primer plano mundial, tal y como se esperaba de uno de los mejores futbolistas de la historia.
La prensa y el aficionado, acostumbrados a buscar chivos expiatorios que justifiquen las frustraciones deportivas, convierten al héroe en villano, lo señalan y se olvidan de sus triunfos; porque cuando se gana lo hacen los 11 y el entrenador, pero cuando se pierde el responsable suele ser uno solo.
Luego de las últimas frustraciones, en sus países se pidió las cabezas de Antonio y Lionel, aparentemente no son tan importantes como creíamos y sus equipos pueden jugar mejor sin ellos, porque para que queremos que vengan a jugar a nuestras selecciones esos pechos fríos; Ecuador tuvo su ensayo, en la Copa América sin Antonio Valencia nos fuimos a la casa sin pena ni gloria, porque aunque no nos demos cuenta, un jugador de tal calidad diferencial mejora a sus compañeros, mejora al colectivo.
En todo caso, Ecuador y Argentina llegaban al duelo del pasado jueves con situaciones opuestas, entre los nuestros estaba el crack y entre los suyos no, porque en la cancha se notó, Antonio jugó uno de los mejores partidos de su carrera con la selección (lo cual es mucho decir) y su desempeño sumado al de sus compañeros y al plan del cuerpo técnico permitió que le ganemos al subcampeón mundial en su cancha, por primera vez en más de 60 años.
Argentina por su parte no parecía el subcampeón Mundial y de América la noche del jueves, viéndoles en la cancha no asustaban, mérito de Ecuador que lo superó tácticamente durante todo el encuentro, seguramente Martino planteó mal a sus dirigidos, hubo rendimientos muy bajos entre los mismos, pero para quien escribe, una de las principales razones de que el rival no asustó como debería, es porque le faltaba su mejor jugador, aquel al que le señalaron las derrotas en las finales.
Porque podrán jugar mal a veces, equivocarse en la cancha o con sus actitudes fuera de ella, pero es indiscutible que una cosa es Ecuador con Valencia y otro sin él, y una cosa es Argentina con Messi, y otra sin él.