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Sí Se Pudo … ¿Hacer Algo Mejor?

Desde julio de 2020 se ha transmitido por la señal del canal ecuatoriano Ecuavisa, la serie “Sí Se Puede”, que busca recrear la vida del astro del fútbol ecuatoriano, Jaime Iván Kaviedes. Los comentarios sobre la misma han sido muchos y mayormente desfavorables. ¿Acaso es para tanto?

Es cierto. Si alguna biografía ha merecido ser tratada cinematográficamente es la del carismático “Nine”, repleta de controversias, imprevistos, sinsabores, amarguras, pero también de gloria. Su enigmática personalidad ha provocado durante años debates tanto en la prensa deportiva como la de farándula. Justamente la expectativa de mirar sus vaivenes mezclados con una etapa entrañable para el futbolero ecuatoriano como el inicio del Siglo XXI era lo que generaba la expectativa.

Pero, ¿cuál ha sido el resultado? Definitivamente no era lo esperado, ¿o sí? Es oportuno recordar que en los últimos años, Ecuavisa se ha caraterizado por la producción de comedias… digamos “ligeras”, donde el hilo narrativo y el chiste fácil permiten al espectador no complicarse mucho y entretenerse sin esfuerzo. Lo que suele ser despreciado por algún sector crítico, pero bien que da resultado y lo debe indicar el rating, por lo mismo se insiste en ese tipo de producciones. Entonces en ese espíritu, “Sí Se Puede” se hace muy similar a producciones como “Tres Familias” o “El Combo Amarillo” con el fútbol como ingrediente extra.

Y es claro, el futbolero promedio buscaba ver una serie que tenga al fútbol como eje conductor de la serie, pero no termina de ser tal. Por un lado, cuando el show comenzó, se presentó con la infancia de 3 futbolistas ecuatorianos importantes: Kaviedes, José Francisco Cevallos y Agustín Delgado (bajo el renombramiento de “El King”, suponemos que por temas de derechos de marca o algo así). Entonces se infería que podría tener un estilo similar a “La Selección”, novela colombiana que narró anécdotas de 4 de los más importantes futbolistas colombianos de finales de Siglo XX durante su apogeo, pero fue distanciándose de tal, centrándose en la vida de Kaviedes, aparentemente.

Con el desarrollo de la serie, la trama más gira en torno a la ficción que a una biopic. Kaviedes básicamente es el “galán” de una telenovela como cualquier otra, luchando por el amor de una bellísima presentadora de televisión interpretada por Alejandra Jaramillo (se sabe que El Flaco tuvo relaciones sentimentales con personas de TV, pero es complicado inferir a quién alude y se puede especular con más de una dama). Las otras historias paralelas están decididamente desapegadas a la épica clasificación de la selección ecuatoriana al mundial de Japón y Corea 2002.

Para ambientar a la serie a un contexto histórico, se incluyó dentro de la narración los estragos de la crisis bancaria ecuatoriana de finales de Siglo XX, aunque la historia comienza, infiriendo los partidos que se dramatiza, en la segunda mitad del 2000, cuando ya había pasado lo peor del feriado bancario. Una familia separada por el fenómeno migratorio originado por la crisis y destruida económicamente por la misma complementa a la producción aportando personajes como Carlitos (Diego Chiang), quien inicia narrando la historia. Se trata de un joven individuo con una característica tal vez algo edulcorada pero intenta dibujárselo como de buen corazón y sus constantes analogías futbolísticas devuelven a la producción a la “intención original”. Su abuela, Enriqueta (María Beatriz Vergara), es tal vez uno de los personajes más entrañables con su carisma y ludopatía que son fuente permanente de problemas. pues la relacionan con usureros como la odiosa Marucha (Bárbara Fernández). Carlitos conoce en circunstancias fortuitas a la hija de un banquero prófugo de la justicia (María Emilia Cevallos), la misma oculta su identidad y desarrolla una historia cursi – romántica de enganche inmediato, siempre escudados por Yoyito (Vicente Romero), el incondicional amigo y afecto a la familia y la esóterica tía Bacha (Ruth Coello).

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Pero más allá de los personajes ficticios y paralelos, hay que hablar efectivamente del “contexto histórico futbolístico”. Iván Kaviedes es interpretado por Eduardo Maruri Jr. Acertada decisión por rasgos físicos aunque tal vez y paradójicamente está “demasiado fornido” para interpretar al joven Nine. Su actuación ha ido evolucionando y tal vez sorprende su personaje tan “galante y avezado”, cuando era conocida la timidez del crack santodomingueño. Se retrata también su estrecha relación con sus abuelitos, quienes los criaron desde que sus padres fallecieron en un accidente, dato sabido por toda la afición y que fue recreada en escenas ciertamente dolorosas.

En el casting de jugadores es cuando el futbolero se pudo haber molestado más. Choca un poco que “El King” y Ulises De La Cruz tengan acentos costeños cuando ambos son oriundos del Valle del Chota y los habitantes del mismo tienen un marcadísimo acento serrano. Que el actor que encarne a Cevallos no sea muy alto, aunque su gesticulación y entonación sí son idénticos a los de Pepe Pancho, que Edwin Tenorio (Osorio en la novela) tenga acento serrano, que Álex Aguinaga sea altísimo e irrelevante, son unos ejemplos. El personaje Modesto Gordillo, clara parodia al ex Presidente de FEF, Luis Chiriboga, se lo retrata como un sujeto desprolijo y chabacano, aunque dicha interpretación de Mao House es de todas formas muy graciosa, diríamos que no concuerda con la personalidad del Ingeniero caído en desgracia. Muy acertada la presencia del actor colombiano Silvio Plaza en el papel de Hernán Darío Gómez. El ya había interpretado este rol en la novela de la Selección Colombia.

Ciertamente hay algunos detalles por los que los futboleros de hueso colorado e inflexible rigor histórico pueden incomodarse. Ya pasó el momento del triunfo clave de Ecuador sobre Chile en el año 2000. Para la escenificación del partido se recreó a un Estadio Atahualpa con la clásica pista atlética oro y grana, mas la misma fue inaugurada recién en el 2001. En el mismo grupo de escenas jamás se cuenta que Kaviedes de hecho es reemplazado en dicho partido por Evelio Ordóñez, quien arrastró marcas en el gol de Agustín Delgado. También hay que recordar que la selección concentraba en Quito, en los predios de la ESMIL, para estos partidos mas no en Guayaquil para viajar el día previo (lo último pasaba en los días de Maturana). Claro, es imposible desarrollar la historia elaborada si hay que hacer muchas escenas en Quito.

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Hablando de los partidos, la recreación de las escenas de los partidos no es de la mejor. En defensa de esta producción, este defecto está presente hasta en las series futboleras de gran reputación, como Club de Cuervos por ejemplo. Es más un tema de la televisión y cine mundial desarrollar técnicas y parámetros para una buena escena de acción de fútbol, las cuales sí se pueden ver con producciones sobre otros deportes. Errores de recreación de la época son escasos, tal vez por ejemplo no fue la mejor elección con los celulares que usan los personajes. Dicha tecnología estuvo disponible aproximadamente desde 2005. En general los personajes, ficticios son bastante bien logrados, especialmente los villanos como el empresario Sandro Rossi (José Andrés Caballero), pues son fácilmente odiables. Es particularmente hilarante la historia que se configura a partir de un panel de periodistas ficticios, quienes en el caso de los varones, claramente parodian a conocidos periodistas ecuatorianos. Hablando de periodismo, aporta con credibilidad cada que algún comentarista se interpreta a sí mismo en los partidos.

La conclusión es que básicamente “Sí Se Puede” es una producción televisiva más de ficción y entretenimiento, con lo que cumple sobradamente bien, pero está muy lejos de ser algún documento de carácter histórico, pues justamente más se desarrolla en torno a la ficción que ha hechos reales, los cuales aparecen muy minoritariamente. Esperemos algún rato haya algún documental o producción similar acerca de uno de los eventos más importantes de la historia del deporte ecuatoriano como la clasificación de la selección a su primer mundial. Del mismo modo, algún momento ojalá se publique alguna biografía autorizada de Iván Kaviedes.

Si “Mis Adorables Entenados” diera hoy…

A propósito de la noticia vista en Diario El Extra (informa primero y mejor) en la cual, se vislumbra la posibilidad de un regreso de la entrañable comedia ecuatoriana de finales de los 80, “Mis Adorables Entenados”, pero a la pantalla grande, se me ocurrió refrescar la memoria y recordar algo de lo que hacía felices mis sábados por la noche, cuando era muy pequeño, obviamente no salía y la televisión por cable era privilegio de nobles y reyes.

“Mis Adorables Entenados”, es catalogada como una serie costumbrista. Habrá que explicar que “entenado” es el hijo de los integrantes de una pareja que no pudo tener hijos en otro compromiso. Es así como Lupita acoge a los vástagos de las andanzas del “bandido” de su marido, Ángel Vera, a quien nunca vimos su rostro. El escenario del a “cría de entenados” era y no se si siga siendo, bastante común en el Ecuador y sobretodo en la Costa.

Desde aquí, ya advertimos un estereotipo que hoy por hoy sería fuertemente criticado por las actuales leyes de la nación: el machismo. Mientras vemos a una Lupita resignada a su suerte, a las labores domésticas y a soportar las andanzas de su marido, éste muy orondo es una figura ausente que únicamente reporta algunos (pocos) billetes para mantener un humilde hogar de los tantos que había y sigue habiendo en Guayaquil. La figura machista y paternalista daría ya mucha papaya para que la SUPERCOM se divierta.

Los entenados de Lupita reflejan los varios rostros del ecuatoriano humilde. Está Pablo, el obrero, trabajador y desafortunado, cuyas desventuras mucho tienen que ver con su mal carácter. Rosendo es el que pone sus esperanzas en los estudios, chico de familia, de buenos modales y honesto. Stacey es el campesino ingenuo y trabajador, mientras que la estrella, Felipe, reflejaba ese arribismo de muchos ecuatorianos: es pobre, pero debe guardar las apariencias de mejor posición económica y social, aparte de no hacer nada más que mentir para lograr dicho bienestar. Las actuaciones de Oswaldo Segura, Pablo y Andrés Garzón, Richard Barker y Amparo Guillén son todas sensacionales. La cumbre de sus carreras.

Los chistes en torno a los “entenados” en nuestros tiempos modernos hubieran causado polémica si no es indignación y sobretodo, un relajo tremendo bajo las actuales leyes y reglamentos. Imaginen la cantidad de querellas que desatarían los golpes y demás “cariños” que se dan entre los hermanos o por el hecho que a Lupita siempre le veías en la cocina o en algún rol estereotipado de ama de casa. Hablando de estereotipos, las bromas con Stacey en su condición de afro descendiente fueran hoy un escándalo.

Debo ser sincero y la verdad, cada vez que Felipe hacía cualquier broma que hoy se podría calificar como discriminación y/o racismo, yo me divertía mucho, es más, caí a YouTube a ver aquellos capítulos que con más de 25 años se me hacían borrosos y la bienvenida al hogar por parte de Felipe hacia Stacey con bromas claramente alusivas a su fisonomía y color de piel me hizo desatornillarme de la risa. Supongo, soy una mala persona.

Ante la Ley de Comunicación, cada contenido: machista, violento, excluyente, racista y estereotipado, habría hecho simplemente imposible en nuestros días emitir esta recordada comedia. Acá las preguntas serían: ¿hace falta reproducir esa clase de comportamientos que la L.O.C. condena para la elaboración de un programa costumbrista? Hasta cierto punto, sí diría yo, puesto que justamente nuestra sociedad es machista, racista, excluyente, etc. y omitir ello sería prácticamente faltar a la verdad y hacer un contenido light. Cuando se abusa de estos elementos sí, se cae en la monotonía y ofensa como en programas costumbristas que tuvieron auge en estos últimos años.

Otro punto es que es cada vez más difícil encontrar buena producción nacional, no solo yo, sino que mucha gente en sus 30 años de edad hacia arriba, añoran “Mis Adorables Entenados”, como una comedia que era indispensable en los hogares ecuatorianos que con las limitaciones en recursos, lucía mucho mejor que la producción nacional actual. Tal vez ahora, la masificación de la televisión pagada, nos haya vuelto más exigentes.

Debido a la rigurosidad de nuestras leyes, la decisión de llevarla a la pantalla grande a esta comedia, sería más que acertada, ya que cae fuera de la jurisdicción de la temida inquisición reglamentaria. Ojalá en un futuro no muy lejano, vuelva a ponerse de moda términos como: “supilindo” o “guacharnaco”.