¿El hincha se hace a las buenas o a las malas?
El hermoso cuento “El Cuadro de Raulito” del argentino Eduardo Sacheri, relata como un niño termina siendo hincha del mismo club que su padre, compartiendo el dolor de una derrota y pesar de ser vencidos y humillados por un club grande del que se supone, Raulito, el protagonista, era inicialmente seguidor por influencia de sus tíos. Una de las clásicas ficciones futboleras conmovedoras que encontramos en el libro “Esperándolo a Tito”.
Esto me motiva a preguntar si el hincha, al menos el hincha ecuatoriano, le agarra amor a su camiseta gracias a las glorias de su club o a las desgracias del mismo. Siempre se ha hablado que en nuestro país, el aficionado es exitista y eso se refleja en lo variables que pueden ser las asistencias a los estadios dependiendo del rival y las circunstancias. Es evidente por ejemplo, que la hinchada de Barcelona en la serranía se multiplicó en los 90, con sus destacadas actuaciones coperas o que la de Nacional se hizo su notable puesto en los años de los tricampeonatos, ni hablar del fenómeno que suscitó Liga Deportiva Universitaria a raíz de su Copa Libertadores.Más allá de todo esto, ¿quién en Ecuador puede contar que se hizo hincha de su equipo en los malos momentos? Tras una final perdida, tras una humillación en un clásico, tras un lamentable descenso. ¿Existen esos “raros especímenes”? Yo les quiero contar brevemente mi historia. Como deben saber, yo soy hincha de El Nacional y si bien puedo decir que el título de 1992, el primero que vi con mis propios ojos, me confirmó en filas criollas, tal vez las experiencias dolorosas me fueron realmente forjando.
El primer recuerdo vago puede ser el 1-0 en la penúltima fecha del cuadrangular de 1990 frente a LDU con aquel gol de Mauricio Argüello que sentenció la suerte de Nacional. La eliminación de la Libertadores de 1993 contra Sporting Cristal, cuando en la liguilla final del 97 (que ya era enero de 1998) Barcelona le remontó un 2-0 en la penúltima fecha en Quito, la final con Liga en 1999, las dolorosas campañas 2012 y 2015 que le tuvieron a Nacional al borde del descenso. Todas aquellas amargas jornadas fueron las que me reafirmaron en filas nacionalistas, más allá de sus títulos. Tal vez lo que diga sea una locura, pero estoy seguro que muchos lo sentirán así.
Podría decir que el gran influyente acá es el amor filial, el reconocerte del lado de tu padre, familia o tu grupo de amigos (que son la familia que escoges), compartir ese sentimiento puede ser mucho más fuerte que el éxito. Quisiera cerrar este corto escrito con una parte del cuento “El Cuadro De Raulito” en un inicio citado:
“Pero una vez que uno llora por un cuadro, la cosa está terminada. Ya no hay vuelta. No hay caso. DE la aleegría se puede volver, tal vez. Pero no de las lágrimas. Porque cuando uno sufre por su cuadro, tiene un agujero inentendible en las entrañas, Y no se lo llena nada. O mejor dicho, sólo se llena con una cosa: con ganar el domingo que viene…”
¿Y tú?, ¿te hiciste hincha de tu equipo por una tragedia que sufrió el mismo? Cuéntanos tu historia
Guitarras y gol