Los «Bromances» y el Fútbol
Continuamente vemos en las redes sociales de los cracks noventeros brasileños, Romario y Bebeto, subir fotos de momentos icónicos de sus carreras juntos. Quién fue niño en los noventa suspirará nostálgico ante esas imágenes y nombres. Aunque se sabe bien que ese camino fue todo menos rosas. Pero sin duda, es un gran ejercicio tratar de buscar los “bromances” del fútbol, entendiendo el anglicismo “bromance” como un vínculo afectivo entre varones que va más allá de la amistad tradicional.
Hablamos de la dupla brasileña que se consagró en el Mundial de Estados Unidos 1994 y su título los vinculó en el imaginario futbolero para siempre. Sin embargo, quienes vivieron esos tiempos sabrán recordar que de hecho Bebeto y Romario atravesaban una intensa rivalidad forjada desde los años 80s cuando eran emergentes estrellas en el Brasileirao. Bebeto defendiendo la camiseta de Flamengo y “o baixinho” la de Vasco da Gama. Ya en los 90, la lucha por el título entre el Deportivo La Coruña y el FC Barcelona agudizaría sus disputas. En 1994 finalmente el campeón fue el cuadro catalán en una definición increíble.
Básicamente eran el día y la noche, Bebeto: un correcto profesional y hombre de familia. Romario: un animal de la vida bohemia y la noche. Pero incidentes entre sus familias y el crimen más la imperiosa necesidad de llevar la Copa a casa tras 24 años de frustraciones unieron las fuerzas de 2 de los más temibles delanteros de la época y el resultado fue el esperado: la mayoría de los 11 goles que Brasil hizo en el mundial norteamericano fueron de uno de los 2, con asistencia de uno de los 2 y eso forjó el camino al título mundial. Registrando un momento icónico en el segundo tanto que la verde amarela anota a los Países Bajos en cuartos de final cuando el gol de Bebeto llegó tras asistencia de Romario y después se hizo el famoso festejo del bebé meciéndose. Resultado final de 3-2.
Ahora, si hablamos de tándems de atacantes sudamericanos de fin de siglo pasado, tal vez deberíamos compararlos con Batistuta – Caniggia, campeones de la Copa América en Chile 1991, pero para hablar de “bromance” inevitablemente en la selección albiceleste tenemos que citar la mancuerna entre Claudio Paul “el hijo del viento”, con Diego Maradona. Ambos polémicos, ambos carismáticos, incluso pareciéndose en las suspensiones por consumo sustancias recreativas. Jugaron en selección desde 1987, pero este tándem se mostró al mundo en un momento clave, aquel 1-0 de la selección albiceleste ante Brasil. Jugada prodigiosa del 10, inmejorable definición del Cani en el Mundial de Italia 1990.
Oficialmente, volvieron a juntarse en el Mundial de Estados Unidos en 1994 y este dueto salió al rescate de un complicado encuentro ante Nigeria que Argentina iba perdiendo, pero 2 tantos de Caniggia con asistencias de Maradona dieron el triunfo a los argentinos volteando el marcador para un 2-1 final. Lastimosamente la lesión del primero y la suspensión del segundo los dejó sin mundial e influyó fuertemente en la eliminación de su selección. Esta inolvidable mancuerna se volvió a juntar entre los años 1995 y 1998 en Boca Juniors, dando espectacularidad al torneo argentino, aunque no se tradujo en títulos para el elenco xeneize. Su paso quedó grabado en el icónico beso que se dieron en la celebración de uno de los 3 tantos de Caniggia en el 4-1 propinado a River Plate en el Torneo Clausura argentino de 1996.
En los años 90 hubo una sociedad que dio lustre al fútbol chileno. 2 de sus mejores atacantes de todos los tiempos se juntaron para llevar a su selección nuevamente a un mundial de fútbol tras 16 años de ausencias. Se trata de Iván Zamorano y Marcelo Salas. En las eliminatorias sudamericanas a Francia 1998 quizás conformaron el ataque más temido, pues Zamorano fue el máximo artillero con 12 goles y lo siguió Salas con 11. Ya en el mundial francés, 4 de los 5 tantos que convirtió “la roja” fueron obra del “matador” Salas, algunos de ellos con asistencia de “Bam – Bam”. Después se enfrentaron en el fútbol italiano. Zamorano defendiendo la camiseta del Inter y Salas la de la Lazio. Su mancuerna combinaba hasta fonéticamente: «Za – Sa».
Parece que nos íbamos por el lado dela nostalgia. Pero tal vez la historia “bromance” más relevante de estos últimos tiempos no involucró a 2, sino a 3. En el FC Barcelona, cuando se juntaron: Lionel Messi, Luis Suárez y Meymar Jr., no solo conformaron el tridente más temible que han visto las ligas europeas en los últimos años, sino que se consolidó una amistad que se vive en todas las canchas del mundo cuando estos colosos se juntan o rivalizan. Entre los años 2014 y 2017 lograron 363 goles para el club catalán en 181 juegos disputados. Especialmente demoledora fue la temporada 2015 – 2016 cuando hicieron 131 de los 170 goles del Barça, es decir, el 77,1 por ciento de las anotaciones.
En el fútbol ecuatoriano ha habido varios casos de tándems / sociedades / amistades que han quedado en la memoria colectiva. Bien podría decirse que una de ellas fue la de los argentinos Carlos Alberto Juárez y Ariel Graziani, quienes se juntaron en el ataque de 1996 en Emelec. En dicha temporada el “Guasón” hizo 30 goles coronándose como máximo anotador, mientras el “Cuqui” hizo 24 y fue permanente asistente de su compañero. Serían 2 legendarias temporadas para ambos aunque sin lograr un título y además los llevó a defender los colores de la selección ecuatoriana. En Liga Deportiva Universitaria el tándem entre Franklin Salas y Paul Ambrosi tiene un gran significado para la institución alba al ser ambos surgidos de sus divisiones menores logrando su espacio en el duro trance del tránsito de la “U” por Serie B en 2001 para después ser parte fundamental de los títulos: 2003, 2005 Apertura, 2007 además de la Copa Libertadores.
¿Qué otros ejemplos de “bromances” en el fútbol pueden citar?
Guitarras y gol