Un Análisis del Campeón 2018
Liga Deportiva Universitaria arrancaba la temporada 2018 con una importante reforma en su plantel. Veteranos como Norberto Araujo o Daniel Viteri dejaban el equipo y daban paso a la llegada de nuevos valores que se sumaban a la base que había conformado Pablo Repetto en la temporada anterior.
De tal manera, algunas de las numerosas incorporaciones fueron: Adrián Gabbarini, Anderson Ordoñez, Franklin Guerra, Hernán Pellerano, Christian Cruz, Jefferson Orejuela, Jonathan Borja, Gastón Rodríguez, más el regreso de Fernando Guerrero.
La sola revisión de los nombres de los refuerzos daba a indicar que la mayor preocupación del Cuerpo Técnico y la dirigencia estaba en el sistema defensivo; concepto que evidenciaría inmediatamente en el funcionamiento del equipo, que desde las primeras fechas supo encontrar en su arquero y defensa la mayor fortaleza, que se mantuvo durante todo el año.
La consigna desde el principio era clara: a Liga iba a ser muy difícil anotarle goles. Guerra y Ordoñez inmediatamente se mostraron como una pareja complementaria que brindaba mucha solidez al equipo y además eran muy útiles en la salida del balón, apartado trascendental en el fútbol actual. Adicionalmente, Adrián Gabbarini se mostró como un líder natural desde la retaguardia, una magnífica prestancia en momentos definitivos, y por si fuera poco, un talento innato para atajar penales; el primer triángulo de un equipo exitoso había sido forjado con acierto.
Pese al gran rendimiento de los mencionados jugadores, la defensa lejos estaría de ser un problema durante el curso, en primer lugar la lesión de Ordoñez traspasaría la titularidad a Horacio Salaberry, quien rápidamente seguiría la misma suerte que su compañero y resultando lesionado por el resto de la temporada, recayendo entonces la responsabilidad de acompañar a Guerra en Hernán Pellerano, refuerzo argentino quien tuvo un difícil inicio, entendible por su prolongada inactividad, pero que con el paso de los partidos se terminó por asentar.
Tales fueron las contingencias que se debieron enfrentar en defensa que en la final ante Emelec, los dos zagueros (Guerra y Pellerano) salieron lesionados en los primeros 25 minutos, quedando encargados de cubrir sus posiciones el lateral reconvertido en central Edison Realpe y el joven Kevin Minda, cumpliendo ambos actuaciones sobresalientes, a la altura de tamaño reto; quedaba claro que más que un tema de nombres, la solvencia defensiva de Liga venía desde el sistema, en otras palabras, del entrenador.
Los laterales titulares durante prácticamente toda la temporada fueron José “choclo” Quintero y Cristian “chavo” Cruz; quienes fueron muy importantes tanto en defensa como en sus responsabilidades ofensivas; generando interesantes sociedades con los hermanos Julio (Anderson principalmente) y Fernando Guerrero, quienes usualmente los acompañaron por las bandas. No está por demás destacar su aporte en las pelotas paradas, tanto en el cobro de tiros libres o de esquina, como en su rol en juego aéreo, especialmente Quinteros.
En el mediocampo Liga sufrió la baja a inicios de temporada de sus dos organizadores: José Cevallos y Sherman Cárdenas. La respuesta de Repetto fue el encargar la generación de jugadas ofensivas a varios de sus mediocampistas, especialmente a los que jugaban en la primera línea (Orejuela Intriago y Vega) y a Fernando Guerrero quien arrancaba casi siempre en izquierda y desde ahí organizaba las operaciones.
Continuando hacia adelante, la ofensiva de Liga puede ser explicada en dos momentos, el primero con Hernán Barcos en el equipo, y el segundo sin él. La primera parte del año tuvo al delantero argentino como la principal referencia de juego albo. La solidez defensiva era aprovechada por el equipo al tener un futbolista de la categoría de Barcos, quien necesitaba de muy poco para generar serio peligro a cualquier rival. Ante tal faro, los hermanos Julio, Gastón Rodríguez y el propio Fernando Guerrero se vieron beneficiados pues la calidad del argentino siempre resultó un comodín para las aspiraciones del equipo.
Luego de ganar la primera etapa Hernán Barcos se fue a Cruzeiro, siendo este un momento crítico de la temporada. Más allá de la contratación del delantero colombiano Martínez Borja, se evidenció que el DT uruguayo iba a aplicar la misma estrategia de anteriores bajas; que sea el equipo, con sus automatismos y recursos, el que subsane la salida de en este caso, su mejor jugador.
Especial atención merece el accionar de Juan Luis Anangonó, quien en la primera parte del año había sido muy importante como recurso ofensivo de minutos finales. A partir de la salida del capitán, el delantero ecuatoriano adquirió una preponderancia indiscutible; siendo ahora no solo un recurso sino casi que el sistema, anotando goles importantes, pero principalmente oficiando como un auténtico piloto de ataque, abarcando con sus desmarques y apoyos todo el ancho de la cancha, generando superioridades contra casi todas las defensas y asociándose siempre con criterio; los hermanos Julio rápidamente se adaptaron al juego de su nuevo compañero de ataque, la convivencia fue a la postre decisiva.
Como recurso fue importante Gastón Rodríguez, uruguayo de difícil relación con gran parte de la hinchada, quien en cualquier caso tuvo puntuales aportes cuando salía desde el banco, desequilibrando partidos que se planteaban complicados y que Liga no los había podido resolver; la misma función tuvo Jonathan Borja, con mucho menor suceso, lejos de su excelente versión mostrada en 2017 en Nacional.
Queda nada más por mencionar a, quizás, los nombres propios de la onceava corona universitaria, Johan y Anderson Julio; jóvenes valores que desde hace un par de temporadas venían alternando en el primer equipo y que pese a los malos momentos de dichos planteles mostraron condiciones interesantes; las cuales se ratificaron completamente en la temporada que acaba de terminar.
Johan y Anderson fueron importantes todo el año aun cuando gran parte de los hinchas opinábamos que quizás tenían demasiados minutos en cancha; jugadores rápidos, polifuncionales en las posiciones de ataque, de buena técnica, hábiles y sacrificados en el robo de balón, y quizás lo mejor es que han demostrado mejora en su nivel de manera progresiva hasta llegar a ser dos de las principales figuras en las finales del campeonato; en fin, jugadores “modernos” que Liga logró posicionar desde la cantera y que ya tienen una vuelta olímpica en la vitrina, no es poco.
La temporada fue complicada, hubo varias lesiones, suspensiones, se padeció la doble competencia en cierto momento, se enfrentó la salida del mejor jugador del equipo, y ante cada contratiempo Liga no decayó; la solidez defensiva no se comprometió ante ninguna eventualidad y poco a poco apareció un fondo de juego muy importante.
Gradualmente fueron haciéndose más importantes en el juego los mediocampistas; cabe nada más revisar la actuación de Orejuela e Intriago en los partidos de Emelec para encontrar el fruto del trabajo de toda la temporada; la labor de Pablo Repetto y su cuerpo técnico ha sido excelente, no solo en la dirección técnica de los partidos, sino en el manejo del grupo, al que se vio totalmente comprometido hasta el final.
Liga Deportiva Universitaria fue el mejor equipo del año 2018, su décimo primera corona es merecida, salud a sus directivos, jugadores e hinchada.
Foto principal tomada de MetroEcuador
Buen artículo. entendible y bien redactado excepto por dos errores puntuales de escritura. No es la»onceava» corona de la U, es la décimo primera. A mi entender la palabra onceavo se usa para denotar fracciones (ej. tres onceavos).
Gracias la observación. Esto supone un motivo de vergüenza y aprendizaje más para el que corrige (yo) que para quien redactó el artículo. Saludos.