T2: Entre la Nostalgia y la Resignación
En este año se estrenó Trainspotting 2, la secuela del clásico film noventero que se estrenó hace 21 años ya. Con la expectativa de sus seguidores, la nueva película estuvo a la altura de las expectativas, tal vez sin superar a la primera diría su fanaticada, pero divertida al fin.
Tras 20 años, Mark Renton vuelve a su Edimburgo natal y su reencuentro con personas, lugares y sensaciones varía en matices que en todo caso están lejos de ser gratas, algo lógico de esperarse, sabiendo las circunstancias en las que Renton dejó su tierra. El shock de la nostalgia mezclado con la propia incapacidad de reconocimiento de un lugar que no se ha visto en 20 años. El tiempo no pasó en vano ni en la gente ni en las cosas.
Renton se vuelve a ver con su antigua pandilla en orden de afectos: A Spud, por quien siempre tuvo compasión, quien tiene un presente poco alentador, aún adicto y con escasa estima por la vida, después está el agrio reencuentro con Simon (dejando el mote de “Sick Boy” atrás), quien vive de la extorsión juta a su novia y finalmente el traumático encuentro con Begbie, el psicópata, quien desde luego se la tiene a Renton “jurada”.
Trainspotting 2 transcurre de una manera mucho más lenta que su pre cuela, lo que cobra sentido sabiendo que sus protagonistas son de edades más maduras, valdrá la pena decir que es elogiable contar con el reparto original. Lejos queda el vértigo de las aventuras noventeras y si bien no dejan de meterse los protagonistas en líos divertidísimos, a estos les toma su tiempo en desarrollarse. Ciertamente quienes vieron el primer film entenderán varias más de las “gracias” que ocurren en esta segunda entrega.
El tema principal de “Trainspotting 2” es la nostalgia. La evocación de tiempos idos corre por cuenta de los recuerdos que se intercalan en la trama, los cuales incluyen pedazos de la película vieja más algunas escenas de lo que aparentemente sería la infancia de los protagonistas, a lo que también se agregan fotos de la juventud y relatos escritos en los que Spud comenzó a trabajar, contando las aventuras de los “buenos tiempos”.
Sin embargo, tras esa nostalgia hay una crítica hacia la misma, desarrollada sutilmente por Veronika, la novia de Simon, quien manifiesta su desacuerdo con la permanente posición evocadora de recuerdos tanto de su pareja como de Mark, comparando con la realidad de su país de origen (ella es de Europa del Este), en donde se prefiere dejar el pasado atrás. Podría ser comparable a como Diane en el film de los 90 advierte a Renton sobre los constantes cambios en los gustos y estilos de vida y como el grupo de Mark no los llevan consigo y se estancan en las mismas memorias que en decididos términos los estancan. Ahora, en Trainspotting 2 se puede observar que si bien el paso del tiempo es visible físicamente en los personajes, estos no han cambiado mayor cosa, incluso Renton, quien había “escogido la vida”. La diferencia es que no haber evolucionado de lo que eran en sus años veintes para personas en sus cuarentas puede ser deprimente.
La primera película hablaba de la adicción, la cual sigue estando presente en Trainspotting 2, pero transformada a veces como razón de ser y en otros breves momentos como motivo de evocación a la nostalgia justamente. Acá se habla también de canalizar las adicciones, pues ciertas personalidades inevitablemente tienen ese rasgo adictivo y para evitar poner en riesgo su salud o su vida misma es necesario trasladar esa adicción hacia otras actividades como el estilo de vida saludable o las redes sociales (guiño crítico a las actuales tendencias de la sociedad), conductas sin duda menos peligrosas que la vida de un heroinómano.
Finalmente se podría enfocar a la película como una lucha entre avanzar o quedarse ahí mismo y tal vez haberse dado cuenta de ese dilema demasiado tarde o intentar ser feliz con lo que buenamente se es, mientras hay como reírse de su propia tragedia.
Guitarras y gol
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