Retro y Glamour con GLOW

Una vez más la nostalgia se apodera de la ya entrañable plataforma de televisión Netflix para atrapar a un público específico que busca ya sea recordar o cautivarse con otros tiempos. Uno de sus productos para ello es la serie “GLOW”.

 “GLOW”, que son las siglas de “Gorgeous Ladies of Wrestling” (hermosas damas de la lucha libre), fue un show que realmente existió desde la segunda mitad de la década de los 1980s y el programa actual busca retratar los orígenes del mismo con situaciones ficticias y personajes tal vez inspirados en el show original, pero cambiados en cuanto a nombre y a veces esencia para dar un resultado dramático interesante.

 El elemento clave de GLOW consiste en retratar y a la vez parodiar lo que era la producción de televisión hace 30 o más años en cuanto a recursos tecnológicos como narrativos. De todas maneras las cámaras y equipos de edición quedan en segundo plano cuando hablamos de la construcción del show en cuanto a guión. Resulta que la gracia es comprobar qué tan estereotipados podían ser los personajes de lo que se supone es un concurso internacional de lucha. En los años 80 aún se vivía las tensiones de la guerra fría y el programa en torno a eso se supone debe tener un fuerte antagonismo entre la americana “Liberty Bell” y la soviética “Zoya the Destroya”.

 En realidad “Zoya” es el personaje que encarna Ruth Wilder, una actriz con varios problemas para llevar su carrera con suceso y que se topa con esta peculiar oportunidad y es interpretada por Alison Brie. En la historia tiene que ser coestelar con Debbie Eagan (interpretada por Betty Gilpin), quien da vida a “Liberty Belle” y con quien en la vida real tiene un conflicto complicado de resolver. La tensión entre ellas condimenta al espectáculo televisivo sin la sospecha para los espectadores sobre el problema real entre ambas, aunque finalmente pueden colaborar para darle la mayor calidad posible al espectáculo. El elenco de luchadoras que comparten el ring con Zoya y Liberty Bell cumplen con unos cánones de estereotipo que hoy, 30 años después de haberse emitido el GLOW original resultarían difíciles de emitirse por lo ofensivos que pudiesen resultar al público actual.

 Por los pronto hay 2 temporadas claramente diferenciadas en este GLOW remozado. En la primera cuenta la concepción del show y su desarrollo, lo que incluye el reclutar a las damas protagonistas, conseguir una locación donde se desarrollen las peleas y sobretodo el duro entrenamiento al que deben someterse para que sus enfrentamientos luzcan reales y sobretodo sean seguros. Es bien sabido que los espectáculos de lucha libre son básicamente ficción, mas sus famosos movimientos requieren de pericia y práctica, caso contrario pueden resultar muy peligrosos para quienes los ejecutan. La segunda temporada es el show ya en marcha con sus problemas para la difusión.

algo del show original

 GLOW aborda una temática general que en los actuales momentos es muy cotidiana, pero que en los años 80 apenas sí se estaba tomando en cuenta, la cual era buscar nuevos protagonismos a los roles femeninos. En este caso incursionar en un programa de lucha libre resultaba por demás novedoso treinta años atrás, cuando era una asunto absolutamente de hombres. También aborda tan mentada “cosificación”, pues descubren que al salir en televisión ligeras de ropa atraen principalmente a “solitario público masculino”. En la misma viada el principal personaje masculino, el director Sam Sylvia, experimenta nuevos roles para su aparentemente despreocupada vida en la cual tendrá que hacerse cargo de “sus luchadoras” como un padre así como de su hija adolescente a quien no la vio crecer. A este personaje lo encarna Marc Maron. La evolución de un Sam egoísta y malhumorado a uno más humano y paternal forma parte del hilo del programa.

GLOW también encara los excesos del mundo del espectáculo y por ello lógicamente debe ser su ubicación en Los Ángeles, California y alrededores, donde el sexo, las drogas y demás vicios estaban a la orden del día y que en los 80 ciertamente tenían un espacio en el estilo de vida. Los peinados extravagantes, la ropa llamativa y la espectacular la banda sonora ambientan a una producción que ciertamente en ambas temporadas tiene un comienzo lento, pero termina atrapando al espectador.

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